Mis mejores libros 2017

Está terminando un año mágico para Lecturafilia. Este espacio literario, que en un principio había nacido como una fórmula de desconexión y  en cierta manera de desahogo emocional, se ha convertido poco a poco en mi mayor PROYECTO lo digo así en mayúsculas, pues cada vez son más las personas que se acercan a Lecturafilia, que permiten mis recomendaciones literarias, que leen las entrevistas que realizo con tanta pasión. A lo largo de estos cinco años de camino, día a día voy dando las gracias, pues firmemente creo que las grandes cosas de la vida se cuecen poco a poco, y que los sueños hay que perseguirlos hasta el final.

En este año 2017 he leído mucho, muchísimo, pues el tiempo me lo ha permitido. Y, la verdad, es que he descubierto grandes libros y a grandes autores y autoras. Y también he experimentado las mayores sensaciones que os podáis imaginar. Porque sí, los libros son ante todo emoción.

He sufrido, llorado, pero también he admirado El desconcierto, ese libro que me ha dejado sin palabras escrito por Begoña Huertas, en el que ella nos habla de su experiencia con un cáncer de colon y de la enfermedad y la literatura. Una obra inclasificable, que ha superado todos los conceptos de lo que hasta ahora había visto en literatura.  Este es sin duda el mejor libro de este año, y viene de una editorial para mí imprescindible, Rata Books, de la que por cierto tuve el honor de entrevistar a su editora, Iolanda Batallé.

Con Tierra de Campos he descubierto a David Trueba, y con él viajé por la literatura, el amor, la música, la muerte y, por supuesto, la emoción más sincera y pura. Sin duda, el descubrimiento estrella de este año.

Tea rooms. Mujeres obreras es otro libro que me ha hecho reflexionar sobre la sociedad, no sobre esta que habitamos sino sobre la que nos precede, y en la que muchas personas lucharon por conseguir unos derechos de los que ahora gozamos. Luisa Carnés fue una mujer que desempeñó varios trabajos en los años veinte en nuestro país, y de los que después escribió sin pelos en la lengua, con mucha crítica hacia la sociedad y el sistema que le tocó vivir. Así es Tea Rooms y llegó a mi vida para agriar la visión bucólica de los tés. Y no es negativo.

Recalo ahora en Bahía de sal, ese pueblito ideado por Gabriela Guerra Rey, que nos lleva casi de inmediato al Macondo de Gabriel García Márquez o a la Comala de Juan Rulfo. Su lenguaje es extremadamente sensorial, mágico y con un fuerte arraigo a la tierra que la vio nacer. Adictivo por momentos. Y la pena que da terminarlo.

Otro domingo cualquiera leo Dog Café, libro maravilloso donde los haya aunque con un toque agridulce, con el que descubro a su joven autora, Rosa Moncayo, que es sin duda una de las grandes voces de la nueva narrativa española. Su libro me ha recordado mucho a Adelaida García Morales que, por cierto es otra de mis autoras de referencia.

Y también hay antologías preciosas que rinden homenajes tan necesarios como es la publicada por Huso Editorial con relatos de varios autores/as en honor de Juan Rulfo en el centenario de su nacimiento. Además de que los textos son pura magia, los acompañan unas preciosas ilustraciones que hacen de este libro una buena propuesta para regalar a una persona especial. Porque así es Rulfo, cien años después.

Recuerdo ahora Un pintor debajo de un fregadero, del portugués Afonso Cruz, reeditado ahora por Rayo Verde y que me llevó a plantearme tantas preguntas, como la de  ¿por qué el ser humano es capaz de aguantar tanto? Es un libro para pensar, para reflexionar y para encontrar respuestas o, quizás, más enigmas.

Y mi querida Cristina Sánchez Andrade, quien ya me había encandilado con Las Inviernas, publicó este año una curiosa historia a caballo entre la comedia y la tragedia más dulce para hablarnos del paso del tiempo y de las locuras de la vejez. Y no me digáis que el título no es precios: Alguien bajo los párpados. Y un olé por las descripciones tan maravillosas de la Galicia rural.

Nuestra casa en el árbol, de Lea Vélez, es un libro que te hace dar la vuelta a todo lo que siempre has defendido con respecto a la educación reglada. El resultado es una novela maravillosa, en la que la casa en el árbol se erige como una metáfora de la construcción personal, además de la lucha por la libertad, y una crítica clara y evidente a la educación que no fomenta la creatividad personal.

Y no quiero olvidarme de dos libros en gallego que me han apasionado. Se trata de A fiestra aberta, de Juan Parcero, y de Na casa da avoa, de Marta Dacosta. El primero es muy bueno, no tanto por la historia que cuenta sino por cómo nos la cuenta: con la técnica del monólogo interior y con la combinación de varios puntos de vista sobre la misma historia. En el caso de Na casa da avoa, os lo recomiendo mucho, pues es poesía feminista y combativa, con un cariz político evidente y que nos lleva a plantearnos muchos debates alrededor de cuáles has sido nuestras creencias y l mundo en el que hemos crecido.

No quisiera dejar escapar este artículo sin dar las gracias a todas las personas, escritores y escritoras, editores y editoras, y demás gente relacionada con el mundo literario y cultural que me ha abierto sus ventanas para que pudiese realizar mis entrevistas y, por supuesto, para divulgar este proyecto.

Por último querría destacar también a tantas editoriales que he conocido este año y que me han enseñado que la labor del editor/a es más difícil de lo que pensamos, pues consiste en ver más allá y darnos a conocer libros que nos tienen que decir algo. Menciono a Huso Editorial, Rayo Verde, Gatopardo, Blackie Books, Esdrújula, Siruela, Rata Books, Urco Editora, Galaxia, 2709 books, Chidori books , Sexto Piso, Carena, Expediciones Polares, Modernito Books, Lince, Maresia, Boria Ediciones, Malpaso, Libros del Asteroide, Caudal, Galaxia Gutenberg… Todas ellas son referentes del buen hacer editorial.

¡¡¡¡Y GRACIAS A LOS LECTORES Y LECTORAS!!!! Este es también vuestro espacio.