Recomendaciones literarias por el Día del Libro

Leer te debería cambiar la vida, y para ello es necesario encontrar los libros que contribuyan a ello. Porque desde siempre he creído que todos tenemos una historia que, tarde o temprano, nos marca y nos acompaña para siempre. Pero no todo es tan sencillo, a veces esto de leer se convierte en una carrera sin fondo, en un oficio resistente, donde a menudo se contraponen la vida y la soledad.

Quisiera reivindicar la figura del lector, a menudo denostada por esta sociedad que busca alimentar a borregos, más que a personas con criterio y capacidad crítica. No es extraño que nos expongamos a comentarios excluyentes, donde se nos acusa de perder el tiempo o de no ser capaz de aprovecharlo en algo más productivo. ¿Acaso el pensar debiera destinarse a un segundo plano? Para los que, como yo, crean en que leer te ayuda a entender mejor el mundo y a nosotros mismos, os propongo una decena de títulos imprescindibles que, como todo en la vida, se adaptan a distintos tipos de lectores.  Aquí van:

Actos humanos, de Han Kang: destinado a los que amen las historias diferentes, en que el dolor físico y psicológico se enhebran para hacernos partícipes de la peor cara del ser humano. Extiendo la invitación a todos los libros del catálogo de Rata Books, una editorial arriesgada, con libros que son tesoros.

Contra los hijos, de Lina Meruane: para abrir las mentes y abrir el debate tan necesario alrededor de la maternidad. Si algún día, te sentiste presionada por una sociedad que te exige tener hijos por el mero hecho de ser mujer, deberías leer a Lina Meruane.

La niña del salto, de Edgar Borges: para los amantes de la magia de la infancia y de esos mundos que recuerdan a Ana María Matute. También se lo recomendaría a aquellos que creen que la vida debería verse con poesía.

Malva, de Hagar Peeters: destinado a los que creáis que el mundo está lleno de mentiras y que es necesario descubrirlas. Ya veis que la historia siempre nos la contaron los hombres, y que no todos los escritores deberían ser inmortales, caso de Pablo Neruda.

El entusiasmo, de Remedios Zafra: para reflexionar sobre la precariedad laboral en el mundo digital. También es un alegato a favor del talento y una protesta por lo que está pasando con la cultura.

La vida escondida entre los libros, de Stephanie Butler: para los letraheridos y los defensores de que un libro puede cambiarte la vida.

Ratolescencia, de Áurea Poncelet: para grandes y pequeños que crean en el Ratón Pérez y que quieran conocer sus aventuras mientras este recoge los dientes debajo de las almohadas.

Autorretrato de un macho disidente, de Octavio Salazar: para demostrar que también existen hombres que defienden el feminismo, y que creen que otro tipo de mundo (en igualdad) es posible.

Invierno, de Christopher Nicholson: para los melancólicos y los amantes de los recuerdos y vivencias de escritores fallecidos.

La Olivetti, la espía y el loro, de Lea Vélez: para los que deseen conocer esa parte de la historia que no nos contaron, que no encontramos en los canales oficiales.

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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