Bueyes y rosas dormían, de Cristina Sánchez – Andrade

La autora gallega Cristina Sánchez - Andrade

Creo que hay un antes y un después en mi biografía literaria con los libros de Cristina Sánchez – Andrade. Descubrí por casualidad Las Inviernas mientras estudiaba la carrera de periodismo, y ya nunca dejé de leer a esta mujer, cuyo mayor logro es, sin dudas, escribir para activar todos nuestros sentidos. Y es que en todas sus historias, al pasar los ojos por las letras parece que en realidad escuchamos a los personajes, los vemos delante de nosotros pero, sobre todo, los olemos. Ella confesó en multitud de entrevistas que lo que busca con sus historias es poner nuestra parte más sensorial en activo algo que, por cierto, no es tarea fácil.

Después de leer también la obra sarcástica Alguien bajo los párpados, el libro de relatos más reciente El niño que comía lana, la novela infantil 47 trocitos, el poemario Llenos los niños de árboles, estos días de confinamiento le tocó el turno a Bueyes y rosas dormían, un libro que tenía desde hace casi un año pero que guardaba para un tiempo en el que me sintiese baja de ánimos, quizás porque sabía de antemano que sería un acierto seguro. Sánchez – Andrade me reconcilia siempre con la literatura, si es que alguna vez me enemisto con ella, sus historias transitan siempre entre el pasado y el presente para hacernos cuestionar realidades de nuestro día a día de una forma mágica, intocable, maravillosa.

“El miedo tiene mil maneras de estar en el mundo; como el viento, como el frío”.

Bueyes y rosas dormían es un libro raro, y por eso me pareció todo un reto. Cuenta historias que se suceden en Pueblo, una pequeña aldea en la que el alcalde prohíbe que los vecinos se mueran, en la que la locura parece envolver a sus habitantes, que se embarcan en odiseas porque, como se dice aquí, a veces es necesaria un poco de locura para poder sobrevivir. Todos los personajes tienen un poco ese punto de delirio, y el libro lo transmite, dándonos la sensación de que la vida ‘real’ tampoco es, al fin y al cabo, tan diferente.

En Pueblo todo parece ser posible y, en el fondo, sus habitantes están un poco condenados a la infelicidad. Cada uno busca esta idea y esta forma de vivir a través de las acciones más surrealistas, dando palos de ciego: que se lo digan sino que se lo digan a Federico, un idealista nato, al que un enano vendedor de sangre le enseña que la expectación es el presente del futuro, y lo incita a esperarla en las paradas de los trenes.

“La vida no era fácil, que la vida no era un pequeño hacer, una pequeña huida día a día, hora a hora, minuto a minuto, y que el verdadero mérito no estaba en los grandes méritos, sino en la particular hazaña de volver a abrir los ojos cada mañana, día a día, hora a hora, minuto a minuto”.

La literatura de esta escritora gallega es siempre arriesgada y por ello no es fácil. Precisamente, el juego literario consiste en ir destripando, en analizar lo que ocurre desde los múltiples puntos de vista. Los episodios de esta novela se entrelazan en un todo, aunque bien podrían funcionar igual como relatos separados, como ya se ha comentado en multitud de reseñas. La autora los dota de tal profundidad que incluso nos parece que los conocemos de toda la vida, que podrían ser nuestros vecinos.

Y, aunque no me gusta sentar cátedra, de verdad que ahora lo voy a hacer: Cristina Sánchez – Andrade es de las mejores escritoras españolas actuales. Puro placer para los sentidos. Puro realismo mágico. Un estilo inconfundible, único memorable. Leedla.

Ficha técnica

Título: Bueyes y rosas dormían

Autora: Cristina Sánchez – Andrade

Editorial: Siruela

Año de publicación: 2001

Número de páginas: 329

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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