África no es un país, sino un continente formado por muchísimos pueblos e identidades diferentes. Todavía hoy resulta necesario reivindicar esta idea, pues no resulta extraño escuchar comentarios de personas que hablan de África como un todo homogéneo, algo así como cuando se habla de las mujeres. Parece que África es una y la mujer, también. Los tópicos que el mundo occidental y patriarcal insiste en defender y expandir.
Hoy se celebra el Día del África, una fecha que nos debe servir para que incidamos en la diversidad y en el derecho de todos los pueblos y personas del mundo a ser lo que quieran ser, a conservar sus costumbres y culturas, sin imposiciones de la eterna globalización. La escritora y activista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie escribió sobre esta idea en El peligro de la historia única, un pequeño libro que se basa en una charla TED y en el que insiste en la riqueza que supone para el mundo que existan múltiples lenguas, culturas e historias. Y que no todo debe ser Estados Unidos ni el mal llamado mundo occidental, sino que los países africanos, asiáticos, latinoamericanos, tienen muchísimo que decir y que aportar al mundo. Yo descubro esto a diario, a través del cine y, por supuesto, de la literatura.
Veréis, en el tiempo que llevo dirigiendo este blog fui adquiriendo cada vez una mayor conciencia por llegar a lecturas que se alejaran de los cauces habituales del mercado, indagando en las editoriales independientes cuya máxima es siempre servir de reflexión al mundo y ofrecernos otras perspectivas que necesitamos tener en cuenta para que el mundo pueda ser algún día más justo e igualitario. Entre esas editoriales independientes, hoy me gustaría destacar 2709 books, dirigida por Marina M. Mangado, y que apuesta claramente por la traducción de literatura africana al español y en formato digital. Con un catálogo de novelas, relatos e historias de vida, su andadura es muy meritoria y me gustaría destacar el trabajo que llevan a cabo por visibilizar las letras africanas, que tanta falta nos hace. Por ejemplo, yo leí y reseñé por aquí Afrofuturos, una recopilación de relatos de ciencia ficción africana de varios autores y autoras, como Suleiman Agbonkhianmen, Sheree Renée Thomas, Ivor W. Hartmann, Zak Waweru o Ytasha L. Womack; El camino de la salvación, de Aminata Maïga Ka; El libro de los secretos, de Boubacar Boris Diop; y Amanecía, de Fatou Keïta. Vaya por delante, pues, todo mi agradecimiento a esta editorial y mi ánimo para estos tiempos tan complejos.
Más recientemente descubrí las joyas de la sudafricana Kopano Matlwa publicadas en nuestro país por Alpha Decay: Florescencia y Nuez de coco, en las que se reflexiona sobre las consecuencias del apartheid, la desigualdad entre personas negras y blancas, la realidad de ser mujer y las injusticias sociales.
No podría dejar de hablar también de Literatura de resistencia, un ensayo imprescindible de Bárbara Harlow que tuve la oportunidad de leer en gallego hace unas semanas y que, a pesar de que hace años que fue publicado, arroja luz sobre la necesidad que tenemos como sociedad de que la literatura esté al lado de las personas más desfavorecidas, y que un libro puede ser revolucionario. Una idea esta que pivota también en Ébano, una de las obras más conocidas del periodista polaco Ryszard Kapuscinski, en la que recoge sus recorridos por el continente africano en los tiempos en que esos países iban ganando independencia (décadas de 1960-1970), al derrocarse los imperios coloniales. Así, comparte una serie de estampas donde explica ciertos sucesos políticos e históricos pero aderezados de ambiente africano, de sus costumbres, de sus gentes y de su forma de ser única y tan diferente de la europea.
Lo que más valoro de todas estas historias es que nos ofrezcan miradas diversas y que se alejen de los tópicos del colonialismo, de ese observar al ‘Otro’ como un ser extraño e inferior. ¡Todavía queda mucho por hacer!
(Si queréis leer las reseñas completas de los libros de los que hablo, basta que pinchéis en el título para acceder).