Florescencia

“Los hombres blancos se creen que les basta con sonreír a una mujer negra para que les complazcamos. Creen que debemos sentirnos halagadas únicamente porque se dignan a mirarnos. No solo halagadas, sino honradas. Me pone enferma. Hasta esos obesos mórbidos que nunca se atreverían a acercarse a una mujer de su raza creen que nos bajaremos las bragas con solo verles la piel”.

Habla Masechaba, la protagonista de Florescencia, la primera novela de la joven sudafricana Kopano Matlwa. Y, aunque se trata de una obra de ficción, lo que nos cuenta está terroríficamente pegado a la realidad, sobre todo porque reflexiona sobre la violencia que sufren las mujeres e introduce ese matiz tan necesario y que a veces olvidamos: que las mujeres negras sufren una doble discriminación, por género y raza. Precisamente ahí radica su punto fuerte, aunque en estas pocas páginas se narra una historia que aterra por lo que cuenta y que enamora por su estilo, en el que se combina las frases cortas y directas con esas otras próximas a la poesía. No en vano, el propio título es puro lirismo, ya que alude a la esperanza que te hacen sentir las flores.

“Le pregunté a mamá cómo algo tan perfecto, tan magnífico, podía proceder de tanta oscuridad. Mamá me respondió que Mapho es como esas flores nocturnas que solo se abren cuando el sol lleva mucho tiempo escondido, como la onagra con todos sus poderes curativos”.

Un poder de unión que podría trasladarse al que necesitamos las mujeres para sobrevivir ante un mundo en donde impera el machismo, sobre todo si pensamos, como es el caso, en la situación de países como Sudáfrica, donde el apartheid ha creado una situación en la que siguen ardiendo las cenizas de la desigualdad entre personas. Parece que el legado de Nelson Mandela no llegó a todos los lugares como debería ser, sino que desde diversos sectores se ha malinterpretado su pensamiento, creando un estado de violencia y crispación continuo entre las personas. Ante esto, la protagonista, quien ejerce de médica al igual que la autora, saca la conclusión de que todo es culpa de los blancos, pues ellos le enseñaron a odiarse entre sí.

Es una novela de quiero y no puedo, pues Masechaba siente ganas de cambiar el mundo desde la medicina, pero en ese corto camino descubrirá pronto la maldad más evidente en los ojos de aquellos que se creen que tienen el poder absoluto sobre el cuerpo de una mujer. Y a partir de ahí, ella le pregunta todo el tiempo al Señor si es justo, si realmente merecen la pena los sueños o la supervivencia.

“Hay héroes. Los que andan con paso vigoroso, los que parecen no necesitar dormir, los que deambulan con una sonrisa irritante en la cara. Pero se trata de una minoría. La mayoría son personas desechas y exhaustas con deudas y préstamos universitarios pendientes, que siguen y hacen lo que pueden. Me gustaría pensar que me encuentro en un término medio, pero probablemente estoy más cerca de los desechos que de los héroes”.

Muy relacionado con esta búsqueda de la propia identidad y el sentido de la vida, la protagonista tiene muy presente su cuerpo y los cambios que desde la infancia va experimentando, y comparte con nosotros cómo se hizo médica para paliar la ignorancia sobre temas como el dolor menstrual, el sexo y esos misterios de los que nadie le habló.

Se trata, pues, de un relato que recomiendo muchísimo, sobre todo porque es capaz de dejarnos sin aliento en cada párrafo, además provocar muchos sentimientos encontrados a la vez, como rabia, esperanza etc.

No puedo desaprovechar la ocasión de recomendaros también Inflorescencia, libro de la gallega Miriam Beizana Vigo que se parece a este en algo: la defensa de la necesaria sororidad entre mujeres, con las flores como un reflejo.

Ficha técnica

Título: Florescencia