“También Miss Bell hubiera preferido ausentarse durante la fiesta. Toleraba mal a las alumnas jubilosas. Les permitía los paseos del domingo para que descargaran fuera la efusividad. La exaltación adolescente. Sabía que las niñas eran enérgicas. Poseían la energía de su juventud, su inminente iniciación a la vida. En unos años se habrían marchitado. Las risas, ahora claras, ansiosas, se debilitarían. ‘Que rían mientras puedan’, solía decirse. Pero que lo hicieran lejos. En el pueblo, donde ella no tuviera que oírlas. Donde se mantuviera a salvo”.
Hace mucho tiempo que sigo a Dara Scully por las redes sociales, y me flipan sus fotografías, esa forma que tiene de retratar escenas malévolas que parten de lo bello. Mucho de todo ello encuentro en su segundo libro, Animal de nieve, publicado por el sello Caballo de Troya. En esta novela, las lectoras sentimos el frío, ese hielo que nos congela la piel y que nos embota la cabeza como le ocurre a las niñas de este colegio situado en un lugar incierto y en una época que nos lleva de la contemporaneidad hasta el pasado siglo. Precisamente, lo que más destaca de Animal de nieve es su oscuridad, sus frases descriptivas, a través de las que sentimos que ocurren cosas aunque estas no terminen de esbozarse. Y es que, a la manera de Cristina Sánchez – Andrade, una de mis escritoras de referencia, Dara Scully consigue hablarnos de la parte más oscura del ser humano a través de la belleza de las palabras y de la evocación de los espacios desasosegantes y, al mismo tiempo, reconfortantes.
Animal de nieve propone una forma de concebir el mundo, y está escrito a fuego lento, tan lento como esas fotografías que construye esta creadora de obras de arte. Y es que, sus imágenes e historias se podrían leer en paralelo, pues el ambiente gélido está muy bien logrado y se retroalimenta en ambas. El paisaje actúa, pues, como un personaje, quizás el más importante, y condiciona casi todas las acciones de las niñas del colegio y de sus profesoras. Precisamente, esta concepción humana del entorno me lleva a acordarme de otra novela reciente que me gustó mucho, Canto yo y la montaña baila, de Irene Solà.
Advertencia: no esperéis un argumento enorme, pues la verdadera magia de este libro reside en su prosa poética, en la evocación de sensaciones, en las descripciones cuidadas y casi fotográficas. Os lo digo en serio, cada vez valoro más los libros así, que propongan una renovación en la forma de contar, que nos hagan amar el lenguaje y sentir mucho.
Ficha técnica
Autora: Dara Scully
Editorial: Caballo de Troya
Año de publicación: 2020
Número de páginas: 156
Interesante propuesta que nos traes hoy. NO conocía a la autora. Tomo buena nota.
Besotes!!!
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