‘Medio pan y un libro’, la reivindicación literaria de Lorca

En septiembre del año 1931, el poeta y dramaturgo Federico García Lorca fue invitado a la inauguración de la biblioteca de su pueblo natal, Fuente Vaqueros. En medio de la República y de la lucha por los derechos de las personas, el granadino pronunció un discurso inolvidable, un alegato emocionante sobre el mundo del libro y la necesidad de la lectura. Ahora, en el 2020, la editorial Kalandraka acaba de publicar una edición necesaria con la que también reivindica su sentir en el mundo. El discurso lorquiano aparece aquí en la versión castellana original, y en las demás lenguas oficiales del estado español: el gallego, en traducción de Henrique Alvarellos, el catalán, de la mano de Miquel Desclot, y el vasco, con el trabajo de Juan Luis Zabala.

Debo confesar que hasta ahora no conocía este discurso de Lorca, y me resulta chocante. Pero no me sorprende. Durante mucho tiempo, desde varios sectores se ha intentado siempre silenciar al autor del Romancero gitano, quien fue fusilado por el franquismo, y que tanto había luchado por la educación universal y por acercar el conocimiento a todos y cada uno de los rincones a través de la Institución Libre de Enseñanza y las Misiones Pedagógicas.

El discurso que se recoge en esta edición preciosa y necesaria goza de plena actualidad. Todavía debemos reclamar la necesidad de los libros, ya que es a través de ellos como llega el conocimiento más puro. Y es que Lorca siempre se preocupó de reclamar la misma atención para las ciudades y para los pueblos españoles. Las palabras dichas en la inauguración de esa biblioteca transpiran una creencia sincera hacia el poder revolucionario de los libros. Una defensa a ultranza que lo llevó a ser considerado peligroso por aquellos que deseaban sembrar la ignorancia.

“No solo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan, sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social”.

Podría reproducir todas las palabras de Lorca pues, como ya he comentado, sus demandas todavía es necesario proclamarlas hoy de nuevo. La cultura sigue siendo esa sección de los periódicos que se elimina cuando existe una crisis o asuntos más importantes que tratar, la adquisición de libros por parte de las administraciones siempre se atrasa porque no se consideran necesidades básicas, y todavía escuchamos muchísimos comentarios de personas a las que no les importa nada gastarse veinte euros en copas una noche mientras que comprar un libro resulta ‘carísimo’. La lectura, por desgracia, importa todavía a unas pocas personas. Y a los poderes fácticos les interesa precisamente eso, ya que así se construye una ciudadanía endeble y sin poder de cuestionar nada.

Los libros, dice Lorca, son como la luz y nos recuerda que “es la luz obrando sobre unos cuantos individuos lo que hace los pueblos, y que los pueblos vivan y se engrandezcan a cambio de las ideas”. También alega que, “¡cuánto esfuerzo ha costado al hombre producir un libro! ¡Y qué influencia tan grande ejercen, han ejercido y ejercerán en el mundo!”.

Recordar siempre que el conocimiento es poder, y que nunca nos podrán quitar la capacidad de soñar con mundos mejores y más justos.

Ficha técnica

Título: Medio pan y un libro (traducción gallego, catalán y vasco)