Es necesario advertir algo. Los lectores anhelamos la inmortalidad, que nuestros pensamientos se camuflen con los infinitos libros que soportan las baldas de las estanterías de nuestra biblioteca personal, de ese Babel que decía el gran Borges. Quizás por eso también muchísimos de nosotros acabamos haciendo un pacto con la muerte y escribiendo historias o pensamientos íntimos.
¡Qué valiente conjetura! De la muerte y de la inmortalidad tratan, en mayor o menor medida, los cuentos de la escritora cubana Gabriela Guerra Rey bajo el título de Los amores prohibidos de la muerte, un título, por cierto, que nos lleva a recordar Los funerales de la Mamá Grande, del maestro del realismo mágico, Gabriel García Márquez. Pero no es esta la única referencia a los escritores admirados por la autora, pues por estos relatos transitan, a veces de forma evidente y otras más sigilosa, Juan Rulfo, Alfonsina Storni, Fernando Pessoa y, como no, Jorge Luis Borges.
Los amores prohibidos de la muerte contiene relatos que nos llevan a esa parte más oscura del ser humano pero también a la más lúcida, y por eso encontramos diferentes indagaciones personales y debates sobre el mundo actual y el futuro. ¿Hacia dónde vamos? Julián, el protagonista del primer relato vislumbra el fin del mundo con la extinción masiva de las especies que lo habitaban. Otros personajes sueñan con la muerte como en “La mujer que quiere ser actriz”, otros se alejan de lo considerado normal para caminar hacia la sensibilidad que los lleva a la anhelada inmortalidad…
Gabriela Guerra Rey tiene esa capacidad de esconder detrás de la fantasía y el mundo onírico la cruel realidad. Como bien dice la también escritora argentina Liliana Díaz Mindury: “Nadie escribe bien sin brujerías, sin sortilegios, sin ser poeta aunque se escriban narraciones. Sin quebrar a la muerte, sin encandilarla para que se retire o no dañe, burlándola”. Creo que no podría definirse mejor la forma de escribir de la autora, quien posee la magia propia de los grandes narradores hispanoamericanos a los que ella idolatra, y que ya pudimos ver en las novelas Bahía de sal y Luz en la piel, cinco voces de mujer, a las que, por cierto, hay guiños en estos cuentos.
Divididos en cinco secciones, “Retrato ajeno”, “Minicuentos”, “Aventuras del gran danés”, “Homenajes y “Retrato íntimo”, estos cuentos abordan las múltiples aristas de una de las grandes obsesiones del ser humano, la muerte, para mirarla de frente y buscar su significado. Precisamente encontramos un relato que se titula “La Muerte” y en el que se exploran estos límites:
“La Muerte nunca se retrasaba, lo cual hacía pensar en la ocurrencia de algo realmente serio. Nadie era tan puntual; con su capucha negra y su mirada hundida casi nunca daba tiempo a despedidas. Hacía su trabajo y se iba, tan fugaz como había llegado, dejando olor a tinieblas, en las tinieblas de la Tierra”.
Todos son deleite puro, tanto por la temática como por el lenguaje con el que están escritos, una combinación que denota gran cuidado por parte de la autora. Aunque, como no iba a ser de otra forma, siento especial predilección por el titulado “Inmortal hasta la inmortalidad”, quizás porque comparto con la protagonista, y también con la autora, esa búsqueda de la inmortalidad en los libros.
“Elisabeth era una vieja enajenada con la inmortalidad. Pensaba que la trascendencia de las obras que había logrado amontonar la hacía imperecedera a ella. La muerte de sus padres durante su adolescencia –su única familia- la arrojó a una búsqueda desaforada de la perdurabilidad, que creía encontrada junto a los interminables batallones de obras. Pero una vida trascendente conlleva una existencia de soledad”.
¿Quién no ha buscado, acaso, trascender? ¿Y quién lo ha conseguido?
Uno de los mejores libros que he leído este año, que contiene la magia de las buenas historias, sin olvidar las reivindicaciones sociales. Un libro, pues, poliédrico, de múltiples lecturas. Como este microcuento que comparto con vosotros.
“Violación
Desparramada sobre el campo de maleza, con los ojos cerrados, esperó a que el violador terminara de hacer ‘lo suyo’. El olor a alcohol le provocaba náuseas. Podía ser cualquier de los hombres del pueblo. A la fecha, todos bebían, todos violaban todos hedían.
Nueve meses después nació el tercer hijo bastardo. No sería el último. Ella continuó con su rutina de lavar, planchar, cocinar, fregar y olvidar”.
Ficha técnica
Título: Los amores prohibidos de la muerte
Autora: Gabriela Guerra Rey
Editorial: Huso
Año de publicación: 2019
Número de páginas: 165
Después de Bahía de Sal y Luz en la Piel no puedo esperar por leer esta nueva obra que promete y Gabriela Guerra siempre cumple.
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Si me lo pones así es imposible resistirse. Gracias por descubrirme a la autora!
Besotes!!!
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