“La higuera de las gitanas”, ellas también quieren estar en el feminismo

Es triste que haya que decir esto en los tiempos que habitamos, pero sí, las mujeres gitanas quieren y necesitan estar en el feminismo, y que este movimiento se preocupe por ellas, visibilice sus luchas. Consciente de algunas ausencias, de muchos silencios, la escritora y activista almeriense Noelia Cortés, reivindica la necesaria inclusión de las mujeres gitanas en esta lucha y por eso escribió La higuera de las gitanas, un libro que abre mentes y que crea vínculos emocionales con las personas que lo leemos, que ya nunca seremos las mismas.

Noelia Cortés, quien ha sido escogida por la revista Mujer Hoy como una de las mujeres que cambiarán el futuro, parte en este ensayo de dos autoras que han influido en el feminismo del siglo XX, como son Sylvia Plath y Virginia Woolf. De la primera toma el concepto mismo de la higuera y de los higos, y Cortés escribe ya al comienzo del libro que “un día se rompieron los espejos, y la higuera apareció con crueldad y luz en mi puerta, más allá de ensoñaciones literarias. Cada higo era una escritora, y todas tenían más dinero que yo, y ninguna era gitana. Todas sabían leer y escribir en épocas en las que mi madre no habría podido. Todas habían tenido vidas fascinantes, rodeadas de arte y de viajes, de tiempo de reflexión, de retratos y fotografías y armarios estilosos, mientras la mayoría de sus contemporáneas gitanas no constaban ni en los censos (y, si constaban, era en los discriminatorios)”. El ensayo se inicia ya con esta primera reflexión, y más adelante encontramos también alusión a Una habitación propia, el libro de Virginia Woolf considerado como de referencia dentro del feminismo occidental, y de esta forma lo analiza la autora: “Una habitación propia defendió en 1929 que una mujer necesita dinero y una habitación propia para poder escribir, pero 40 años más tarde de la publicación de este manifiesto existían mujeres como la madre de mi abuela, tan lejos de conseguir ser escritoras como de casarse con un príncipe de cuento de hadas. Incapaces de coger entre sus manos Una habitación propia porque eran analfabetas, porque no habían podido elegirlo. Y yo tenía que digerir esta contradicción sin prender fuego a todos los ejemplares existentes, sin dejar de agradecer las reflexiones necesarias que ofrece el ensayo, sin molestarme con quien lo cite como uno de los cimientos del feminismo”.

Este libro de Noelia Cortés supone un ejercicio de valentía, pues supone ir a sus propios orígenes y también a todo lo que ha construido la sociedad actual para explicarnos que, aunque creamos que todo va bien, fallan muchas cosas. Falla, por ejemplo, un sistema social que posiciona a unas personas por encima de otras, falla que haya familias enteras sin hogares o sin ni siquiera un techo bajo el que guarecerse, falla la educación que no es capaz de llegar a todos los rincones y atender a todas las sensibilidades. Falla mucho más, y ella nos lo cuenta en este ensayo en el que huye de academicismos, ya que lo que pretende es que cualquier persona, independientemente de su formación, pueda entender que las mujeres gitanas no están en ningún lado, que el patriarcado las ha silenciado doblemente: por ser mujeres y gitanas.

El ensayo que publicó Ediciones en el mar abre muchísimos frentes de reflexión en los que yo nunca antes me había fijado, como por ejemplo, la apropiación cultural y cómo les hemos quitado a las personas gitanas casi el derecho a decidir sobre sus creaciones culturales; también se centra en los ensayos que hablan de los otros, pero sin incluirlos, o desde una posición de superioridad moral y formal; también de la ausencia de los temarios de las escuelas de referentes gitanos; o de la discriminación a la que sometemos a las personas pobres por el mero hecho de serlo, condenándolas a un doble silenciamiento. Pero, sobre todo, la idea sentir que deben ser las personas gitanas las que tomen su propia voz, que los demás no somos nadie para explicarlos ni para “darles voz”, porque esta sería una actitud paternalista y que contribuye a perpetuar los mismos estigmas que hasta el momento.

No hay que olvidar tampoco que el libro es brillante también desde el punto de vista propositivo, pues la autora no solo alerta de las problemáticas, sino que propone algunas sugerencias para corregirlas. Y en ese sentido, creo que sería recomendable su lectura por parte de las personas que tienen entre sus responsabilidades velar por el cumplimiento de los derechos humanos de todos y de todas. Creo que así las cosas podrían cambiar un poco, aunque la sociedad también debe tomar conciencia de su papel.

Ojalá esta higuera sea de las gitanas y de todas las mujeres de todas las partes del mundo.

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