Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces

“No quiero ir nada más que hasta el fondo”.  Este texto perturbador se encontró junto a muchos papeles dispersos en la calle Montevideo, en Buenos Aires, el día 25 de septiembre de 1972, fecha que quedó grabada en el calendario literario por ser el día en el que Alejandra Pizarnik acabó con su vida. A sus espaldas quedaba una estela enorme de poesía, de sufrimiento y de lucha contra la vida y la sensibilidad que la asolaba. Tenía 36 años y había pasado ya algunas temporadas en hospitales psiquiátricos, en instituciones que no la salvaron del final que ella quería, navegar hasta el fondo.

Quizás como ocurre siempre con las escritoras inmortales, Pizarnik es recordada siempre por su poesía dolorosa, en la que expresa el peso de su sufrimiento, de su búsqueda de un lugar en el mundo que no le correspondía. Ella quería echar a volar, pero vivía en una jaula física y, sobre todo psicológica, que se expresa en una poesía que inspiró a tantas personas y que todavía lo sigue haciendo, una trascendencia que se incrementa por las circunstancias de su suicidio, tal y como le aconteció a otras escritores y escritores: Sylvia Plath, Virginia Woolf, Cesare Pavese…

Hoy, 29 de abril de 2021, Pizarnik habría cumplido 85 años, y tendría mucho que aportar en este mundo post-Covid, que pierde la esencia, que se pelea por la búsqueda de los orígenes, que quiere pasar a la posteridad. Precisamente con el objetivo de rendirle homenaje, la editorial Huso publica una preciosa antología titulada Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces, un libro en el que ochenta y cinco mujeres de diversos países del mundo se inspiran en las creaciones y en la vida de esta autora universal para proponer nuevas versiones o creaciones que la recuerdan. Como analiza la editora Mayda Bustamante en el prólogo a esta edición, “más de una vez, he meditado sobre las causas que pudieron llevar a Alejandra a tomar esta decisión, o para ser más justa, a vivir con ese sentimiento instalado desde muy joven. Y aunque no me corresponde a mí hacer conclusiones, siempre me asalta la sensación de que no contó con sólidos afectos que le valieran como asideros a la vida”. Pienso un poco como Mayda, y por eso concibo este libro de ensayos, cuentos y poemas como un acto de amor, un abrazo colectivo a Pizarnik para que sienta cerca la admiración de tantas mujeres que seguimos inspirándonos en las letras que ella nos dejó, para que nosotras nos anclemos fuerte a la vida, y más cuando estemos tristes. Porque está claro que, aun en momentos complejos, la poesía de Pizarnik es luz, sobre todo porque hasta en la oscuridad más grande se asoma un rayo de sol, ¿no creéis?

Tuve el placer de escribir un poema para esta antología, un poema que nació durante un fin de semana complejo para mí, en el que se cerró una etapa y comenzó otra. En él busco explicarme a través del descubrimiento que supuso para mí la literatura de Pizarnik cuando tenía veinte años y empezaba a experimentar muchas emociones que me eran extrañas, empezaba a ser consciente de que quizás nada fuese fácil pero que todo habría merecido la pena. Y ahora, casi diez años después, llego a esta antología que me sorprende con muchísimos artículos que nacen de la misma pasión que yo siento. Están representadas aquí escritoras a las que admiro infinitamente, otras voces que comenzamos a asomar la patita en el mundo editorial y otras que han estudiado la vida y la obra de una mujer maravillosa. El testimonio que a mí más me llega es el de Myriam Pizarnik, la hermana de Alejandra, que recuerda para nosotras cómo fue la vida que inspiró tanta poesía, y describe a Alejandra como una persona que “desde muy niña se distinguió por tener una simpatía enorme  y una inteligencia notable”.  Por su parte, su sobrina Sandra Riboy reconoce en su texto que es muy difícil formar parte de la familia de Alejandra, a la que recuerda a través de las cajas llenas de postales, en los lápices de madera, en las tintas de color, en sus papeles, en la música, en los libros, en una foto familiar un domingo especial.

La poeta Alejandra Pizarnik

Pizarnik podría inspirar miles de libros, miles de textos, porque sus poemas y diarios contienen la vida en su alegría y en sus bajadas a los infiernos. Como desea su sobrina, “celebramos tu cumpleaños 85, Alejandra. Podría estar viva todavía”. Quizás este libro tan especial sirva para que vuelva a nacer.

Comparto con vosotras el poema que escribí para esta antología, con una emoción muy fuerte y con la ilusión de que os acerquéis a esta antología y a Pizarnik:

“La jaula se ha vuelto pájaro

Qué haré con el miedo”.

Te leía a oscuras. Quizás porque tu final

Me estremecía.

Te saboreaba

(Con la sensación de lo prohibido).

Poco más de veinte años

Y el alma dañada.

Tú también.

Las palabras, libertad.

No lo sabía (todavía).

Aparecían tus versos.

Los pájaros ahuyentaban el miedo.

No entendía.

Me anclaba ahí (en una promesa).

A veces comprendía

Y otras (la mayoría) no.

Pero ¿y qué?

La poesía.

El asidero.

La soledad.

La nostalgia.

La (posible) coincidencia

En espacio y tiempo

Quizás nos habríamos salvado

Juntas.

Y la jaula se volvería pájaro

Y echaríamos los miedos

A volar.

Ficha técnica

Título: Alejandra Pizarnik y sus múltiples voces

VVAA

Editorial: Huso

Año de publicación: 2021

Número de páginas: 473

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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