Las bonitas casualidades literarias existen. Y sino que se lo digan a Jorge Molinero Huguet, quien se topó en la presentación de un libro anterior con una mujer que inspiró su segunda novela. La enfermera del desierto (Carena, 2019) parte de la historia de Montse Aizcorbe Sagrera, una enfermera que pasó una parte de su vida en el Sahara y que atesora un gran conocimiento de este lugar.
Con sus recuerdos y el de tantas otras personas, Molinero Huguet construyó una novela emocionante, necesaria, reivindicativa, y en la que se da a conocer una parte da la historia del Sáhara, desconocida por la mayor parte de la opinión pública.
Ingeniero de profesión, dirigió entre 2003 y 2006 una serie de proyectos destinados a la prospección geológica y construcción posterior de pozos profundos para los abastecimientos de agua de la población saharaui refugiada en Tinduf, al suroeste de Argelia. En esa experiencia tuvo la oportunidad de compartir muchísimas conversaciones con saharauis, que le quedaron pegadas a la piel para siempre.
Pregunta (P): ¿Por qué decides contar la historia de Montse Aizcorbe Sagrera, “la enfermera del desierto”?
En el fondo, se trata de una sorprendente casualidad. En una novela que publiqué en el año 2018 (Toda la muerte para dormir, Ediciones Carena) recreo mediante la ficción la vida del líder de la revolución saharaui, El Uali Mustafa Sayed, un personaje fascinante, que forma parte de la historia de España, y cuya existencia es desconocida para la mayor parte de la opinión pública española. En dicha novela decidí incluir a un personaje secundario basado en una historia real que me habían contado durante los años en los que trabajé en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf. Se trataba de una enfermera española que había vivido en primera persona la guerra del Sáhara debido a que estaba enamorada de otro sanitario saharaui que militaba en la revolución del Frente Polisario. Un año y medio después, durante una de las presentaciones de la novela, se me acercó una señora de pelo blanco que avanzaba apoyada en un bastón y me dijo: “hola, Jorge, quizá hayas oído hablar de mí, soy Montse, Horría, la enfermera”. Supongo que no seré el único, pero creo que pocos autores han podido conocer a la persona después de haber imaginado al personaje.
(P): ¿Cómo fue el proceso de documentación y las conversaciones con esta mujer?
Respecto a las conversaciones, fueron siempre muy agradables y placenteras, porque Montse es una persona maravillosa. Durante aproximadamente un año nos veíamos un par de veces al mes, normalmente durante la hora de la comida, y ella me contaba su vida. En ocasiones, sobre todo cuando recordaba a su marido, se le humedecían los ojos y me pedía una pausa. Yo le proponía entonces que lo dejásemos, que ya habría ocasión de retomar el tema, pero ella nunca lo permitió. Se recomponía y continuaba contándome sus historias. Como escribo en la dedicatoria de la novela, es una mujer valiente y generosa.
(P): ‘Horría’ significa ‘libertad’ en Hassanía. ¿Por qué a Montse Aizcorbe la conocían de esta forma?
Estando inmersa en plena guerra del Sáhara, su novio, Buel-la Emhamed, le propuso matrimonio. En la sociedad saharaui, como en tantas otras culturas, la convivencia en pareja sin estar casados está mal vista, y Montse aceptó sin dudarlo, pues estaba muy enamorada. Sin embargo, ningún cadí casaría a un musulmán con una infiel, de manera que Buel-la le enseñó las frases que debía pronunciar y le puso un nombre saharaui: Horría, que en Hassanía (el dialecto árabe que se habla en esta zona del desierto) significa libertad.
(P): Es inevitable hacerte esta pregunta… ¿cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en La enfermera del desierto?
He ahí la pregunta del millón de dólares, y en realidad no tengo una respuesta. Tanto es así que la novela culmina con un epílogo que en el fondo es una reflexión sobre esta pregunta que me haces. Las historias que componen la novela están todas ellas basadas en lo que me han contado sus protagonistas, aunque sus recuerdos no tienen porque coincidir con la realidad, pues ha pasado mucho tiempo y la memoria es siempre selectiva. En el fondo, cabe preguntarse sobre la propia naturaleza de los recuerdos ¿son realidad o ficción? En el epílogo propongo que quizá no sean ni una cosa ni la otra.
(P): Dice Juan Pablo Villalobos que tu novela “reconcilia el activismo con la ternura y que pone en conflicto la memoria personal con la historia oficial”. ¿Te has encontrado con muchos escollos a la hora de escribirla?
Sí, desde luego. Escribir sobre personas vivas es complicado en cualquier género, pero en el caso de una novela todavía más. Encontrar el compromiso entre la generación de una tensión narrativa (sin la cual ninguna novela tiene sentido) y, al mismo tiempo, mantener la honestidad como autor, y el respeto a la vida íntima de los protagonistas (no sólo Montse), ha sido el mayor reto al que me he enfrenté en este proyecto.
(P): ¿Por qué escogiste para contar la historia la fórmula de la novela y no el ensayo? ¿Tuviste que recrear muchos momentos?
Quien sabe. No soy consciente de haberme planteado otra cosa que una novela. Reflexioné mucho, claro, sobre el tono narrativo, los puntos de vista, la estructura, pero nunca pensé en un ensayo histórico o algo así. En realidad, mi intención (tanto en esta novela como en la anterior) era -y es- la de poder acercar esta gran injusticia que sufre el pueblo saharaui al mayor público posible. Y la novela tiene más recorrido que un texto histórico o periodístico en este sentido, creo. Además, me divierte más escribir novelas que ensayos.
(P): Tienes dos libros publicados sobre el Sáhara, ¿de dónde nace tu interés por este pueblo y su historia?
Desde el año 2003 al 2006 (mientras fui profesor de la Universidad de A Coruña, primero, y de la de Santiago, después) dirigí (por encargo de Ingeniería sin Fronteras) una serie de proyectos destinados a la prospección geológica y construcción posterior de pozos profundos para los abastecimientos de agua de la población saharaui refugiada en Tinduf, al suroeste de Argelia. Tuve la suerte de compartir mucho tiempo con saharauis que habían vivido la guerra, muchas horas sentado frente a teteras humeantes escuchando innumerables historias, a cada cual más sorprendente que, casi una década después (y tras haber leído casi todo lo que se ha escrito sobre aquella época), se han transformado en estas dos novelas.
(P): Además de hablar con la protagonista principal, ¿qué otras personas te aportaron datos interesantes?
Lo cierto es que entrevisté a mucha gente, pero cabe resaltar por su importancia a Pablo Ignacio de Dalmases, que en la época histórica en la que transcurre la novela era el Director de RNE en el Sáhara y fue el fundador del diario La Realidad, único noticiero de prensa escrita en la provincia española, a Anna Gaspar y Gurutze Irizar, también sanitarias que, al igual que Montse, lo dejaron todo por seguir a sus novios saharauis, A Hameiduha Emhamed, hermano de Buel-la (y por tanto cuñado de Montse), y Brahim Halil y Mohamed Mohtar, a dos amigos de juventud de Buel-la y Montse, entro otros.
(P): Desde tu conocimiento y experiencia, ¿cómo ves el futuro del pueblo saharaui?
Otra pregunta difícil. Han pasado más de 45 años desde que España traicionó a sus propios ciudadanos como ningún otro Estado lo ha hecho jamás en la historia. Estamos hablando de abandonar a una de sus provincias, dejando a sus habitantes a merced de dos ejércitos invasores (Mauritania y Marruecos) que, sobre todo el último, acabó por cometer un genocidio en toda regla. Marruecos es un aliado fundamental de los Estados Unidos y de Francia, y además tiene a la Unión Europea secuestrada mediante el control de las fronteras y los acuerdos de pesca, mientras todos los gobiernos de España (de cualquier signo político) miran de costado desentendiéndose (cuando no agravando) de un problema generado por España. El Sáhara Español (que era el nombre de la provincia) es la única colonia del mundo que no ha podido completar su proceso de descolonización según los mandatos de las Naciones Unidas. Sin embargo, la política de los hechos consumados que sigue Marruecos (con la connivencia de Europa y Estados Unidos) ha conseguido enquistar el asunto hasta tal punto que no es fácil vislumbrar una solución justa para el pueblo saharaui. Personalmente, creo que tal solución (no hay ninguna otra que pueda ser considerada como justa que la autodeterminación) no llegará salvo que sucediera un cambio de régimen en Marruecos.
(P): ¿Qué sensación pretendes crear en el público lector de esta novela?
Pretendo acercar la historia reciente del pueblo saharaui a una opinión pública que, mayoritariamente, la desconoce, a pesar de formar parte de la historia reciente de España. Personalmente creo que no se puede entender la famosa transición española sin contemplar todo lo que sucedió en esa provincia. Se trata de una situación injusta, durísima y dramática, que la sufrieron unas personas que eran tan españolas como los demás. En ocasiones tengo la sensación de que en España se conoce mejor la realidad del pueblo palestino que la del saharaui. Y, tal y como afirma Juan Pablo Villalobos, en todo momento pretendo crear una sensación de incomodidad en el lector.
(P): ¿Estás preparando algún otro proyecto literario del que nos puedas adelantar algo?
Sí. Estoy inmerso en un proyecto complejo, a caballo entre los recuerdos personales y el ensayo, centrado en el desarrollo humano en general y África en particular. No estoy seguro de que resulte en algo publicable, pero es algo que hacía tiempo que quería hacer, ya que he trabajado en más de 10 países de África, y siento que tengo algo que decir al respecto. Por otra parte, en la primera presentación pública de La enfermera del desierto aseguré (delante de más de 100 personas que asistieron al acto) que nunca más escribiría sobre personas que aún estén vivas. Pues resulta que ya he incumplido dicho compromiso. Me ha surgido otro personaje relacionado con el Sáhara, de manera que todo pinta hacia la trilogía.
Foto autor: Andrés García- DateCuenta