En el corredor de la muerte

Cuando estudiaba periodismo siempre me recordaban que este oficio consiste en dar voz a las personas que no la tienen, acercarse a los seres humanos y contar lo que el poder no quiere que cuentes. Tiene mucho que ver con una labor social, y es algo que pocas veces se ve en el periodismo de hoy en día. Nacho Carretero lo demostró en Fariña (el libro secuestrado, que finalmente hizo prosperar la libertad de expresión) y lo vuelve a hacer ahora con la historia de Pablo Ibar, ese hombre que pasó casi una veintena de años en el corredor de la muerte y que, tras una titánica lucha por demostrar su inocencia, por fin le van a dar la oportunidad de repetir el juicio, un juicio que pretenderá ser más justo que el que le tocó desde ese instante en que su vida cambió para siempre. Su historia es triste, dura, pero también muy esperanzadora para todas las personas que no le damos a la libertad la importancia que tiene.

El libro de Nacho salió esta semana a la venta y, la verdad es no me da vergüenza decir que lo devoré en una tarde, porque la historia me enganchó y no pude levantarme del sofá hasta que vi un rayo de esperanza. Lo cierto es que En el corredor de la muerte contiene una lección de periodismo de principio a fin, empezando por la humanidad que desprende, la rabiosa actualidad (el 1 de octubre comenzará el nuevo juicio a Pablo Ibar), y por la forma de narrar, firme defensora de aquel nuevo periodismo norteamericano, aquellas personas que, con Tom Wolfe a la cabeza, comenzaron a ver que era posible aplicar las técnicas de la literatura para acercar historias de no ficción.

Esta crónica relata la historia de Pablo, pero también la de sus padres, sus suegros, su hermano y, sobre todo, su mujer, Tanya, que durante muchos años conducía más de 800 kilómetros para ver a su marido en ese corredor en que nunca se sabe cuándo será el último día. La historia, tan rocambolesca e impactante, se cuenta casi por sí misma, aunque la forma que tiene Nacho de trasladarla al papel le aporta un toque mucho más sincero y, por qué no, hasta esperanzador, aunque, como él bien expresa al comienzo, “el libro no tiene otra pretensión que narrar, de forma concisa, una historia”. Por eso, al comienzo de cada capítulo, Nacho deja que sea Pablo el que nos hable directamente, como ocurre cuando nos describe el significado que para él tiene la libertad (o la falta de ella):

No recuerdo qué se siente al estar libre. Hasta en mis sueños sueño que estoy preso. Si sueño que estoy con mi familia, hay un oficial detrás diciendo que tengo que volver a la celda. El único sueño agradable es cuando veo la cara de mi madre y lo único que me consuela es que ella murió antes de ver que me habían condenado a muerte. Mentalmente sigo siendo un chico de veintidós años, no un hombre de cuarenta, porque no he vivido. Mi vida paró en 1994. No voy a recuperar estos años. No se puede recuperar eso. Tengo que seguir adelante y vivir al máximo lo que me queda. Pero nunca se puede recuperar lo que has perdido. Casi la mitad de mi vida la he pasado preso”.

¿Y qué decir la portada? Al igual que ocurre en todos los buenos libros, la calidad reside en la combinación entre fondo y forma. El buen hacer de Artur Galocha, ya demostrado en Fariña, vuelve a estar presente con el diseño de una portada que evoca a través de los detalles, y que nos transmite mucho del contenido.

Ficha técnica

Título: En el corredor de la muerte

Autor: Nacho Carretero

Editorial: Espasa

Año de publicación: 2018

Número de páginas: 171

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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