Todos los libros me aportan algo, me ayudan a encontrar mi lugar en el mundo o me empujan a reflexionar sobre ciertas cuestiones en las que no había reparado antes. Esta sensación se multiplica cada cierto tiempo, cuando en un momento descubro la historia que llevaba tiempo buscando. El dolor de los demás, de Miguel Ángel Hernández se ha convertido sin dudarlo en una de mis mejores de este año, y de mi vida. Y nada más exagerado de la realidad, no en vano ya se habla de ella como la gran novela murciana, con guiños que nos llevan a pensar directamente en Emmanuel Carrère o Delphine de Vigan, o incluso a la mítica revolución periodística de Truman Capote: A sangre fría.
A caballo entre la autobiografía, la novela policiaca y el reportaje periodístico, Miguel Ángel, reconocido por su faceta como historiador del arte y por contar ya en su haber con dos novelas exitosas como Intento de escapada y El instante de peligro, desnuda su alma, sus miedos y su pasado olvidado, mientras indaga en un crimen ocurrido hace veinte años, ocurrido en la Nochebuena de 1995. No se trata de un crimen cualquiera, y esto es lo que hace que la novela se vuelva adictiva y enfermiza, sino que es el mejor amigo del autor, Nicolás, el que asesina a su hermana y después se quita la vida saltando por un barranco. Esta realidad se hace patente ya desde la primera línea: “Han entrado en la casa de la Rosario, dice tu padre desde la habitación de al lado, han matado a la Rosi y se han llevado al Nicolás”.
Un comienzo en el que la trama queda resuelta, como acontece con libros tan adictivos como El adversario de Carrère o Canción dulce, de Leila Slimani, pero que no resta intensidad a la lectura. Más bien sucede lo contrario: alimentados de una incesante búsqueda de los porqués, continuamos ávidos tras las letras que nos aportarán las razones escondidas detrás de este crimen o misterio ya resuelto. Aunque, como toda búsqueda personal, no siempre se consigue desentrañar el cómo, tras el que camina aquí el autor, a veces con firmeza y otras muchas con dudas. Y entonces se preguntará si “¿podemos recordar con cariño a quien ha cometido el peor de los crímenes? ¿Es legítimo hacerlo después de haber comprendido la parte del otro? ¿Podemos amar sin perdonar? ¿Es posible llevar las flores a la tumba de un asesino?”.
La trama policiaca que podríamos intuir en un principio queda rápidamente diluida, para dar paso a una revisión de un pasado en la huerta murciana que al autor le provoca nostalgia y unas ganas locas de no traerlo de nuevo al presente. Porque hay vivencias y tiempos que es mejor no sacarlos de la ciénaga en la que una vez fueron sepultados. Precisamente, lo que más me ha gustado es la sinceridad del autor, que confiesa sus dudas y miedos ante el camino tomado, ante sus decisiones, y ante su pasado.
Como ocurre en general con la literatura, El dolor de los demás supone una búsqueda de la propia identidad, una explicación ante las incongruencias del mundo, un verse en los demás para entender la propia existencia. También es un intento de entender qué se esconde en la mente de las personas que creíamos conocer y que un día, como si nada, cometen el peor crimen imaginado.
“Hay aguas que es mejor no remover, lugares en los que es mejor no entrar, que no todas las historias tienen por qué ser contadas, que escribiendo no siempre se gana, que a veces también naufragamos ante el dolor de los demás”.
Ficha técnica
Autor: Miguel Ángel Hernández
Editorial: Anagrama
Año de publicación: 2018
Número de páginas: 305
No me sonaba de nada y viendo como lo has disfrutado y como la has sentido, no dudo en apuntarla.
Besotes!!!
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