Cada día soy más defensora de la literatura que nos habla, de la que cambia algo dentro de nosotros y nos hace reflexionar sobre el mundo que nos ha tocado vivir buscando interactuar e impulsar el cambio. ¿Acaso es utópico? Hablar de José Acevedo supone hacer el ejercicio de levantarse del sofá y gritar, reaccionar ante la crisis, las injusticias, las desigualdades de género… Con una experiencia muy extensa en prensa y como escritor, el sevillano vuelve ahora con Metamorfosis y otros relatos, un conjunto de cincuenta y una historias en las que se le da una vuelta de tuerca al mundo y se reflexiona sobre nuestro alrededor. Las sombras no nos pueden dejar indemnes, y las palabras del autor tampoco, pues para él la literatura es desahogo e ilusión. Muestra de ello es esta entrevista. Pasen y lean.
Pregunta (P): Tu último trabajo literario, Metamorfosis y otros relatos, nos lleva a pensar inmediatamente en Kafka, ¿qué tienen que ver los relatos aquí contenidos con él?
Se pueden identificar varios elementos comunes, como el diseño de una realidad que amenaza y aprisiona al ser humano, el comportamiento del poder a la hora de afrontar las necesidades de los ciudadanos, la propia respuesta de algunos personajes recluyéndose en sí mismos con tal de evadirse de algo que no le gusta. Son cuestiones, que de un modo u otro, pueden acercar la literatura de Kafka y la mía. Pero mi Metamorfosis pretende algo más, aboga por una transformación de la realidad social, es más concreta, es más práctica, es más cotidiana. Puede que desde la ambigüedad se quieran expresar una serie de mensajes, pero si queremos llegar a los verdaderos protagonistas del cambio, debemos ser claros en el lenguaje, concisos a la hora de establecer hacia dónde queremos ir y con qué objetivos.
(P): La literatura y el arte se relacionan aquí perfectamente, ¿por qué decidiste acompañar tus cuentos de las ilustraciones de Gonzalo Seis?
Siempre me ha llamado la atención la imagen. Me hubiese encantado saber dibujar o pintar, uno de mis sueños sería ponerme detrás de una cámara y dirigir películas. Tal vez este sueño no conseguido de ver la realidad a través de imágenes, me empujan a ilustrar mis textos. Ya en mi novela anterior figuraban algunos dibujos, incluida la portada, del dibujante Jesús Merino, de Marvel. Fue por eso, por lo que pensé seguir haciendo lo mismo con este libro, pero, en esta ocasión, con otro fin añadido. No quería, en ningún momento, volver la mirada a la literatura erótica, mucho menos a la mal llamada literatura erótica de la que tanto se ha hablado. Puede haber buena literatura erótica, pero puede haber también textos que le hacen un pequeño favor al intento de la mujer por conseguir su liberación del machismo. Intento plasmar esa imagen de género insultante para la mujer a través de las ilustraciones, junto a texto que pregonan o defienden una idea completamente contrario. Son dos visiones de una misma realidad, cada una nos conduce a extremos opuestos, que cada uno elija la que quiera, pero sabiendo las consecuencias que generan para las sociedades futuras.
(P): Tus historias nos confunden, nos hacen reflexionar sobre lo que es y lo que parece ser. ¿Tiene Metamorfosis y otros relatos un significado unitario, una forma de ser propia?
La realidad en sí misma tiene todas las lecturas que queramos darle, existen valores que nadie cuestiona, es cierto, pero la subjetividad humana nos hace cuestionar casi todo lo que vemos a diario. Podemos ser todo lo racionales que queramos, pero no somos máquinas y sentimos, esas emociones son las que nos diferencian a unos de otros, son ellas, las emociones, las que nos hacen enfrentarnos al mundo de forma diferenciada. Por eso, podemos interpretar la Metamorfosis de mil formas, cada persona con su lectura, yo te puedo dar la mía, la mía si tiene una intencionalidad, que no es otra, que dibujar una realidad más humana, más solidaridad, más justa, más libre, más igualitaria. Esta realidad que diseño en estos relatos no puede ser protagonizada nada más que por una mujer, una mujer nacida de un hombre en el primer relato. Esa es mi Metamorfosis. Aunque Metamorfosis pueden existir cientos, miles, la que cada uno de nosotros se atreva a emprender, porque la palabra, en sí misma, no encierra otra cosa que un espíritu de cambio y transformación de la realidad, pero siempre comenzando desde nosotros mismos.
(P): Te pones en el lugar de la mujer y haces pensar al lector sobre muchos temas relacionados con nosotras. ¿Crees que la igualdad entre sexos consiste en que unos pueden hablar de otros sin visiones sesgadas?
Los seres humanos venimos de donde venimos. En el mantenimiento de unos status determinados, hemos dividido entre sexos las funciones de unos y otras, lo hemos llenado todo de estereotipos, sin pensar que el fundamento de toda sociedad debe ser el compartir. No somos seres individuales sino seres sociales. Yo puedo pensar lo que quiera pensar, me podrán decir de todo, y me da lo mismo realmente, hablar de la mujer o del hombre desde el otro género no es tener una visión sesgada, es tener una opinión, el único problema con las opiniones, es que desde las visiones radicales solo cimentamos el mantenimiento de determinados status de género. Para los que piensen otra cosa, quiero dejar claro una cosa, cuando hablo de la mujer, cuando Gonzalo ilustra los cuentos con mujeres, no estamos utilizando la imagen de la mujer con una intencionalidad personal, no pretendo nada más que reclamar su verdadero protagonismo, más allá de las políticas absurdas de cupos y cuotas, precisamente por eso, escribo y dibujo sobre ella.
(P): Me ha llamado la atención la repetición incesante de unos cuantos nombres entre sus personajes, ¿qué buscabas con esta técnica?
Es cierto, hay dos nombres que se repiten hasta la saciedad. Con Carlos sí hay una intencionalidad, Lucía es simplemente una heroína, la protagonista de la Metamorfosis, la que sigue el curso de los relatos, la que da coherencia al texto completo, desde el primer relato hasta el último, en el que Lucía se transforma en Elena.
Carlos es un alter ego de Jose Acevedo, el observador de mi realidad. Un personaje colocado en mis historias para contarme, a su forma, los universos que interiorizo como escritor. Pero tal vez Carlos sea Jose Acevedo, o Jose Acevedo sea Carlos. No sé quien representa a quien, solo sé que los dos son protagonistas de las mismas historias porque Jose Acevedo vive su realidad a través de su propia ficción, su ficción a través de su propia realidad, ambas confluyen en Carlos y en Jose Acevedo, tal vez sea por eso que la literatura de Jose Acevedo pueda resultar diferente.
(P): La realidad y la ficción se confunden a menudo en estos relatos, hasta el punto de hacernos dudas de si lo que vivimos es cierto. ¿Qué quería provocar en el lector?
Jose Acevedo o Carlos son observadores de una realidad, la que viven, la que les rodea. Podemos utilizar todas las metáforas que quieras para referirnos a ella, para maquillarla, para ocultar si quieres, pero en el fondo, todo lo que subyace a estas historias son vidas de personas reales que se levantan todos los días para ir a trabajar, o para ir en busca de trabajo. Solo es una llamada de atención sobre lo que nos rodea, más allá de esas miles de historias que nos hablan de otros mundos, que nos hablan de otras épocas. Me preocupa realmente el presente y lo que pueda pasar mañana, lo que ocurrió ayer sólo me sirve para recordarlo, para aprender y evitar los errores que pude cometer. Para nada más.
(P): Las historias hablan de nuestras obsesiones y preocupaciones, de lo que vivimos a diario y de lo que nos puede ocurrir. ¿Cuáles son tus obsesiones?
Aunque parezca que sí, no tengo tantas obsesiones. Hay una cuestión que sí me preocupa, no sé si de forma desmedida. El tiempo. Unido al tiempo, la juventud. El tiempo se va rápido, demasiado, no podemos parar el reloj. Tal vez por eso escribo, una forma de permanecer. Tal vez por eso Carlos y Lucía sean siempre tan jóvenes. Se trata de seguir permaneciendo en plena juventud por muchos años que podamos cumplir. Tal vez, también sea un mensaje de búsqueda de una forma de vida más intensa, de menos lamento, de menos negatividad, haciendo siempre nuestro camino hacia un objetivo concreto. Vivir esta vida, como algo maravilloso que nos sucede, porque no vamos a tener otra.
(P): No podemos olvidar tu papel como escritor reivindicativo, ya que en tus historias no olvidas la parte social de la realidad. ¿Qué se puede conseguir desde la literatura?
La literatura, la cultura en general, es y debe ser un medio de transformación de la realidad. Lo que pasa es, que cuando no queremos cambiar nada, nos perdemos en otras realidades y en otras épocas. El creador, por llamarlo de alguna forma, se acomoda, y cuando lo hace, se vuelve conservador. No hay nada peor que el conservadurismo en la creación. Sería una cultura al servicio del poder. Una especie de cuarto poder que nos droga y nos pone a su servicio. Que no levante la mirada, que no alce la voz. Podrá calificarse como cultura, pero para mí es otra cosa.
(P): ¿Existen en tu día a día las musas o tu literatura es fruto de sentarte y poner a trabajar la imaginación?
Escribir no es cuestión de musas, de inspiraciones. Es de ideas que trabajas en la mente y que después plasmas en el papel. Es como cualquier otra profesión. Sí es cierto que para crear una historia necesitamos ciertas realidades próximas. A la hora de contar cualquier historia intento vivir próximo esa realidad que voy a contar, me la invento, la hago real. Para ello cuento con mis musas, pero ellas no son seres fantásticos que cogen el bolígrafo por mí, no, son personas reales que me rodean de las que salen la mayor parte de las historias que cuento. Mezclar realidad y fantasía es mi ejercicio diario como escritor.
(P): He encontrado muchas referencias al sexo y a todo lo que parece política incorrecto, tanto en el texto como en las ilustraciones. ¿Crees que es hablando de las cosas cuando se consigue su normalización?
Para mí, decir lo que digo no es incorrecto. El sexo no es incorrecto. Lo incorrecto es ocultar lo que es normal bajo el calificativo de anormal. Una pareja practicando sexo en una habitación de hotel, ¿es incorrecto? Creo que es lo más normal del mundo. Si es normal porqué se tapan a la cámara. Me parece hasta cómico. No es incorrecto hablar de la soledad, de la pobreza, de la violencia de género, de la insolidaridad, de la corrupción… No es incorrecto, lo incorrecto es que no se hable de eso, que se oculte, que se utilice, que se produzca. Lo anormal son las personas que generan esos comportamientos y no pase nada, incluso se justifique. Eso es anormal. Tal vez, anormal sea la realidad que vivimos. Que esos anormales nos tachen a unos cuantos de anormales.
(P): En tu biografía llama la atención el hecho de que has compuesto canciones para grupos musicales, ¿cómo se relaciona esta faceta tuya con la literatura?
La música siempre me ha rodeado. Cuando en los años 80 dirigía “Visiones Atormentadas” hablaba de música, me rodeaba de música, vivía con la música. Hoy sigo haciéndolo, me encanta coger el coche y poner música a todo volumen. Me encanta salir a tomar una copa a un bar donde escuchar mi música. Mi literatura también está llena de canciones. Si lees la novela anterior, Carlos y alguien más, está llena de cine y de canciones. Es integrar en la literatura todas aquellas artes que tienen un espíritu y mensaje común, porqué no.
(P): Te pongo ahora en un aprieto… si tuvieses que escoger un relato de los cincuenta que incluyen en Metamorfosis, ¿por cuál te decantarías y por qué?
Evidentemente cuando creas todas estas historias, te sientes unido a todas por igual. Pero, el primero de los relatos, «Metamorfosis», y el último, «Hasta mañana Elena», son especiales por un motivo u otro. El primero por ser el introductor del mensaje de feminización de la realidad, el último por ser el comienzo de mi nueva novela Hola, Elena, porque en el fondo, de lo que se trata, es de seguir contando historias.
(P): El relato es un género difícil de escribir, pues requiere mucha capacidad de síntesis y de construir un final fuerte e impactante, ¿de qué fuentes bebes para lograr este resultado?
Es algo curioso. He sido un gran lector durante muchos años. Nunca me ha dado por leer relatos, siempre me han gustado las novelas. Solamente leo novelas. Da igual su tamaño. Lo de escribir historias cortas no sé de dónde me viene realmente, pero sí soy consciente de que se me da mejor el género corto. ¿Inspiración? Leo y releo a mis escritores de siempre, como Boris Vian, Céline, George Perec… Últimamente me ha dado por la literatura norteamericana, apasionante… Pero siempre historias de más de doscientas páginas.