
¿Qué más decir cuando lo que experimentas con un libro es una intensa emoción, incapaz e describir con cualquier otro argumento? Eso me ocurrió con Palmeras en la nieve, primera novela de Luz Gabás publicada en el año 2012 y por la que aun no me había sentido tentada hasta el reciente estreno de la película basada en ella. Como el filme me encantó, decidí darle una oportunidad al libro, y fue una grata experiencia, ya que la emoción llenó mis días.
No sé si es correcto empezar lo que pretende ser una crítica literaria apelando a la emoción, pero lo cierto es que es lo que mejor define la identidad de esta historia, en la que lo exótico se mezcla con lo español, y en la que el amor y la nostalgia por el pasado fundamentarán todo el argumento. Se nota también una muy buena documentación, y unas descripciones del ambiente de la Guinea Ecuatorial colonizada y de sus campos de cacao explotados por los españoles con el trabajo de guineanos y nigerianos.
Todo parece demasiado real, y no en vano la autora confiesa que fue esta una historia que siempre tuvo en mente por ser su padre una de esas personas del valle de Benasque, en el que se basa el pueblo ficticio de Pasolobino, que buscaron su vida en esa Guinea de las plantaciones de cacao.

La novela narra na historia reciente de Guinea, de ese paso de la colonización de los españoles a esa deseada independencia que los dejó malparados y con una dictadura que se comparó con la de los campos de concentración de Adolf Hitler. Gabás escapa de la visión españolista, y nos cuenta también la visión del otro lado, de los guineanos, de cómo ellos vivieron el proceso y de los sentimientos contradictorios que los embargaban.
El romanticismo impregna las dos novelas que por ahora tiene Luz en su haber, tanto la de Palmeras en la nieve como Regreso a tu piel, pero no se trata de un romanticismo banal, de finales felices y forzados, más bien al contrario, es fiel a la vida misma y a su crueldad, que no suele coincidir con lo que desean dos amantes. Bisila y Kilian son dos enamorados que no acertaron con el tiempo ni con el lugar, y que estarán condenados a separarse físicamente, aunque nunca se olvidarán.
En intensa relación con ese romanticismo, está esa descripción de paisajes bucólicos y tan diferentes como son el valle de Pasolobino, con inviernos nevados y frío intenso, y la isla de Santa Isabel con sus plantaciones y su meteorología más calurosa y llena de palmeras. Son dos ambientes totalmente diferenciados que dotan a la novela de viveza, de sensación de nostalgia, de querer viajar a cualquiera de los dos espacios, que en su aspecto humano no son tan distintos.
La espiritualidad de los pueblos está muy bien desarrollada en Palmeras en la nieve, y la autora la aprovecha para fundamentar muchas de las relaciones entre los personajes. El ser humano se ve obligado a creer en seres que traspasen su capacidad física y mundana, y de ahí que aparezcan espíritus y dioses que busquen explicaciones en el más allá, idea que se ve sobre todo en la sociedad guineana de aquellos años de mediados del siglo XX.
En un segundo plano, aunque también muy presente, encontramos referencias a la situación de las lenguas minoritarias en el mundo. Y es que la globalización ha venido para quedarse, y muchas veces en detrimento de las lenguas como el bubi o el ‘pasolobinés’, que tienen que sobrevivir en un mundo que no le es propicio ante el auge de lenguas como el inglés.
Una película llena de emoción
Capítulo aparte merece la película basada en esta novela de Gabás, dirigida por Fernando González Molina y que cuenta en su reparto a Adriana Ugarte, Mario Casas, Laia Costa y Berta Vázquez. Son casi tres horas de película que logran sumergir al espectador en un mundo tan diferente como el del país guineano y el proceso de colonización a través de la historia de amor entre Kilian y Daniela Bisila. La ambientación sigue al pie de la letra las profundas y completas descripciones del libro, aunque el argumento tiene diferencias, debidas sobre todo al factor de tener que adaptar en unas horas casi 800 páginas. No revelaré nada, pero se nota que la película pretende ser un poco más ñoña, y se dota a los personajes principales de más acciones que en el libro, hasta el punto de que los secundarios quedan algo invisibles por momentos. Con todo, y a pesar de estas diferencias, la película tiene un ritmo trepidante acorde con la narración, que no decae en ningún momento, y que nos lleva a pensar que si fuesen tres horas más no sería para nada aburrida.
Ficha técnica
Autora: Luz Gabás
Editorial: Temas de hoy
Año de publicación: 2012
Número de páginas: 736
Me ha encantado tu reseña. Muchas gracias!! 😘😘Luz G.
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Me ha encantado tu reseña. Muchas gracias !!! 😘Luz
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