
«A lo mejor hasta pongo unos pantalones», así me contestaba con humor Isaac Belmar cuando le comentaba lo de hacerle una entrevista para el blog. Él con la modestia que lo caracteriza se define como un ermitaño, una persona un tanto solitaria, aunque lo justifica debido a su función como escritor. Alcanzó un gran éxito con su pequeña novela Perdimos la luz de los viejos días, en la cual juega con una experiencia generada por el dolor y como este nos empuja a actuar de determinadas formas. Con ella se hizo merecedor del Accésit del Premio Óscar Wilde de Novela Breve en 2014. Aunque siempre ha escrito relatos, muchos de los cuales reconoce que no saldrán a la luz «gracias a Dios» . Con todo, publicó sus primeros relatos en 2007 en la Antología 13 para el 21 de nuevos escritores. Desde entonces ha publicado multitud de historias breves en diversas antologías y editoriales. Destacan entre otros sus relatos “El cuervo” (2009), “He vuelto” (2010) o “De hombres y héroes” (2013). En la actualidad está ultimando la publicación de su libro Tres reinas crueles, que saldrá a la luz gracias a una campaña de crowdfounding de libros.com. Aquí os lo presento:
Pregunta (P): ¿Quién es Isaac Belmar, u Hoja en blanco, como se conoce tu blog?
Un tipo cualquiera, que si tuviera una máquina del tiempo volvería para decirme que escribiera más y más rápido.
(P): Transmites siempre esa idea de ser un ermitaño que no sale de casa y vive en un mundo propio, ¿te da miedo este mundo?
Aunque la respuesta a todo en esta vida es efectivamente esa, miedo, la voy a cambiar porque sí. Es cierto que soy ermitaño, desde crío lo que había dentro de mi cabeza me interesaba más que muchas cosas que había fuera. Ahora que soy mayor, ese mundo de ahí lo que me da cada vez más es pereza. Me cuesta entender por qué mucha gente emplea su tiempo en lo que lo hace, o que Casillas tenga una nueva dieta y eso sea noticia junto con no sé qué chorrada de los fofisanos. Así que hace ya mucho que no enciendo la televisión y ahora cierro la puerta más que la abro.
(P): Perdimos la luz de los viejos días es una novela que condensa una historia de dolor magistral en tan solo 100 páginas, ¿eres más de literatura breve o extensa?
No suelo planificar de antemano mis historias y soy un blando, así que hago lo que ellas me piden, aunque crea que mande yo. Cormac McCarthy dijo una vez que no estaba interesado en escribir historias cortas, que algo que no te quita años de vida y te induce varias veces al suicidio no merece mucho la pena, y McCarthy es un tipo muy listo y tiene razón, hay algo especial en derribar esa clase de dragones de muchas páginas. No obstante escribo y tengo mil relatos que por fortuna jamás saldrán a la luz.
(P): Dices que “escribir te parece algo bueno en esta vida absurda”, ¿te defines entonces como un escritor y lector solitario?
Sí. Escribir se hace solo y, de hecho, los demás son un obstáculo para ello. Creo que hay un vínculo inevitable entre escritura y soledad. La escritura es cruel y te pide todo lo que tengas, muchas veces sin dar nada a cambio, y para eso, precisa aislarte de lo demás. Eso también convierte escribir, y me refiero a hacerlo de una manera mínimamente seria y con dedicación, en un acto antinatural, porque hacemos lo que sea con tal de no estar solos.
(P): ¿Tus historias nacen de una vivencia personal o le das paso totalmente a la imaginación?
No soy de los que cree que haga falta haber vivido exactamente aquello de lo que vas a escribir, pero creo que hay ciertas dosis de realidad en las que te inspiras, que insertas como cuñas en la historia para apuntalarla, para hacerla cierta y edificar la ficción con consistencia. Es un pequeño pasatiempo para mí introducir esas referencias reales, ya estén distorsionadas poco o mucho, son como un chiste que sólo me hace gracia a mí. Creo en general que la buena ficción está salpicada siempre de esas virutas de realidad, aunque estén maquilladas hasta lo irreconocible.
(P): ¿Crees que has nacido en un tiempo equivocado?
Cuando era crío veía esas películas del espacio y pensaba que sí, que yo no llegaría a esas naves brillantes de Star Trek ni a las maravillas que haya entre las estrellas. Luego vi Alien y esa opinión se matizó, pero al principio siempre creí que nací un poco pronto. Luego te vas al otro lado del péndulo, descubres esos años veinte y el modernismo, el tiempo en el que mejor se escribió. Entonces Hemingway daba clases de boxeo a Miró en París o tenían que sacar a Scott Fitzgerald de algún sitio en el que se había quedado atrapado y borracho. Y sabes que eso no se parece a estos tiempos actuales de escritura y Twitter. Supongo que es normal tener la nostalgia de tiempos que no has vivido, pero al final he hecho las paces con esa noción. Este tiempo no está mal, hay ducha caliente y wifi, así que me vale, me quedo aquí y es el correcto.
(P): En noviembre publicarás Tres reinas crueles, editado por libros.com, ¿en qué se diferencia del anterior?
Aparte de la mayor extensión, es la historia de un viaje, un Odiseo de pacotilla yendo tras de una quimera. Eso es algo que nunca había hecho.
(P): Has publicado una novela con la editorial independiente Irreverentes y el siguiente lo vas a sacar a la venta a través de una campaña de crowdfundig de libros.com, ¿ves negro el panorama literario actual?
El panorama literario para un escritor nunca ha sido fácil y siempre ha tenido retos. El de hoy es el exceso de ruido, de oferta, de saturación, la necesidad de vender por encima de todo y la creencia de que eso sólo ocurrirá si te ciñes a un montón de fórmulas gastadas. Pero incluso volviendo a ese París de los 20, los retos hubieran sido otros. Yo entonces no habría escrito, probablemente habría sido uno de esos niños deshollinadores, o pastor de rebaño que nunca pudo aprender a leer, debido a su origen humilde, así que quizá el reto que me ha tocado tampoco está tan mal. Cada dos por tres leo una nueva noticia acerca de que el cielo se cae sobre los libros por esto o aquello, pero es que el cielo se lleva cayendo sobre los libros desde siempre y los que escribimos somos dados al drama y la queja. La realidad es que leer fue, es y será algo minoritario que hacemos un puñado de locos.
(P): ¿Cómo cambia la experiencia de publicar directamente a participar en una campaña de crowdfunding? ¿Se la recomendarías a los demás autor@s?
Bueno, mi campaña fue algo peculiar, porque aunque no resultó exitosa, la editorial quería publicar la obra igualmente, recogiendo los apoyos que hubiera y completando la edición a la manera tradicional, así que supongo que es un caso extraño. El crowdfunding lo recomendaría si el autor tiene previamente un apoyo, de gente que le sigue o familia numerosa. Como decían en La bola de cristal: «solo no puedes, con amigos sí».
(P): ¿Cómo te están tratando los lectores?
En general y de manera un poco sorprendente, bastante bien, teniendo en cuenta que mis historias son extrañas y poco dadas a seguir las modas de turno. Cuando yo leo, valoro lo que es diferente, y pretendo también hacer eso, así que sé que no encajaré con muchos lectores, que pueden ver mis historias como algo «raras». Sin embargo, creo que al final las lecturas acaban encontrando a ese tipo de gente a las que van destinadas, y por el camino siempre hay algún despistado hijo de Dan Brown que te dice que eres un pens escribiendo y que no entendió nada.
(P): ¿Qué valoras más, la opinión de los lectores o las críticas más especializadas?
A ver cómo contesto sin parecer un esnob, algo que supongo que es mi reto diario con todo. Cuando alguien que ha leído mucho y bueno encuentra algo en mí que le atrae y le gusta, no negaré que lo valoro de una manera algo especial, no hay mérito en ser el mejor amante de alguien a quien no amaron apenas. Ahora, que si conseguir la opinión unánime de la mayoría de lectores implica que me voy a bañar en oro, entonces como decía Groucho: «estos son mis principios y si no le gustan, tengo otros».
(P): ¿Qué te aportó la literatura y la lectura a tu vida?
Un mundo más grande, en todos los sentidos. A veces uno mejor o uno en el que refugiarse. En definitiva, más vida, que dijo aquél.
(P): Si nos tuvieses que transmitir a qué escritor o escritora te pareces, ¿cuál sería y por qué?
Aquí sí que no me voy a atrever a compararme, porque ni siquiera yo soy tan arrogante ni voy a dar la horrible respuesta de: «me parezco a mí mismo». Recuerdo que un editor me dijo una vez, hace mucho, que le recordaba a Chester Himes, pero sin tanta jerga. Me pareció un elogio, pero no creo que realmente me parezca mucho y ahora menos. Claro que es cierto que además me dijo que me parecía también a su primo, yonqui y sinvergüenza, «pero con un piso y muy listo, ¿eh?». Así que lo dejaremos en que me parezco al primo yonqui que no sé si escribe, pero supongo que sí, porque en España todos lo hacemos.
(P): Y por último, ¿nos podrías adelantar ya una fecha definitiva de publicación de tu libro Tres reinas crueles?
Ay, qué más me gustaría a mí para poder planificar mi viaje a un paradero desconocido y no precisamente a costa de los royalties. He pasado un mes de agosto muy divertido en un toma y daca con el corrector de Tres reinas crueles, un tipo realmente muy majete, que aparecerá sin huellas mías en su cadáver. Así que esa parte terminó y el siguiente paso son ya las primeras pruebas de impresión. De momento todo sigue su curso y yo sigo apostando por el otoño, claro que el quince de diciembre aún es otoño. Tengo fe y motivos para creer que como muy tarde, antes de Navidad, pero que no habrá que esperar tanto.
Por aquí os dejo el booktrailer de Tres reinas crueles.
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