Todo puede cambiar en un día, eso aprendía en El año que duró dos segundos, de Rachel Joyce, y también es la enseñanza que sustraigo tras terminar un libro que la crítica ha elogiado por parecerse a Cien años de soledad del gran Gabo. Se trata de El dios de las pequeñas cosas, de Arundhati Roy, una escritora y activista india que ganó el Premio Booker en 1997 por su primera novela.

Tras el rotundo éxito de esta obra, Arundhati pasó a dedicarse en exclusiva a la literatura de no ficción y a la política, al mismo tiempo que trabaja a favor de causas sociales. En este sentido, cabe destacar el reportaje que la autora hizo sobre la guerrilla india maoísta con la intención de relatar la violencia del sector, y sólo por eso es perseguida hoy en día por el Estado indio.
La obra que la catalogó como una novelista de éxito es sin duda un cante a las pequeñas cosas, esas que van cambiando el orden del mundo y a las que ningún mandatario que se precie otorgan la menor importancia. El dios de las pequeñas cosas lleva al extremo la relación entre Tocables e Intocables en la India, poniendo a tres niños (dos gemelos y su prima) en la cuerda floja para que paguen justos por pecadores. Velutha es el carpintero de la familia de estos chicos y comete el grave error de acostarse con una Tocable, convirtiéndose entonces en un craso problema que pagará con su vida. Impregnado de dureza, encontramos un ambiente que rememora al realismo mágico de García Márquez, de esos olores y sabores que siempre nos recuerdan algo, de esos detalles de nuestro entorno que van acordes con nuestros sentimientos, de la inocencia más pura, del no entender las cosas hasta que la muerte comienza a ser un hecho.
“No son viejos. Ni jóvenes. Pero tienen ya una edad en que la muerte es un hecho posible”.
Es sin duda una novela sobre Ayemenen, sobre lo que supuso la revolución comunista en este lugar de la India, pero no cantando a los grandes líderes, sino a los más anónimos. Más bien la atención se centra en lo cotidiano, en lo que va cambiando día a día hasta, sin apenas darnos cuenta, estar en otra onda, en una dirección impensada en otro tiempo.
“Era un día azul cielo de diciembre del sesenta y nueve (el mil novecientos no se dice). Era uno de esos momentos en la vida de una familia en que pasa algo que sacude suavemente sus principios morales, los saca del lugar donde descansan y hace que salgan burbujeando a la superficie y floten durante un rato. A plena luz. Para que todos puedan verlos”.
Ficha técnica
Título: El dios de las pequeñas cosas
Autora: Arundhati Roy
Año de edición: 2006
Editorial: Anagrama
Número de páginas: 384