
“La buena literatura parte siempre de la desgracia”. Hace poco veía un documental en el que la Matute hablaba de lo que era para ella la literatura y me impactó esa cita, ya que he leído muchas novelas que nacen de un tiempo histórico malvado.
Se hace difícil comenzar una crítica de Olvidado Rey Gudú (1996) ya que en sus casi 1.000 páginas condensa demasiadas ideas y reflexiones. Pero lo que destaco es el cambio que experimentan los personajes debido a las circunstancias a las que son expuestos, y la defensa de la infancia como la mejor etapa de nuestras vidas.
Ana María Matute fue una importante escritora del siglo XIX y una luchadora nata y aunque este libro no sea de los más destacados de su trayectoria, es con el que ella renace tras una profunda depresión allá por 1996. En ella, esta ‘niña grande’ vuelve a escoger la fantasía como el mejor medio para expresar la realidad. Porque es bien cierto eso de que ni toda la fantasía es tanta, ni el mundo es tan real. Olvidado Rey Gudú es la historia de una saga familiar, del reino de Olar, de la reina Ardid, de Gudú y de los muhos personajes que pasan por ella. Pero antes de nada, es una historia de melancolía tras la infancia perdida expresada con la metáfora del “Árbol de los Juegos”, que se va deteriorando conforme la inocencia de todos los niños se acaba:
“Los años pasan, el mundo rueda, y todas, todas las voces de niños o de adultos se pierden, junto a los juegos, los muñecos rotos, los tesoros de vidrio…y los deseos de venganza o poder”.
“Pero el Árbol de los Juegos ardió y se consumió eternamente”.
El causante de este fugaz paso por la infancia es, como siempre, el poder. Esas ansias que todo ser humano explora una vez andado el tiempo y que hace acabar con las sensaciones de nuestra infancia. Aunque, en ello también cobra mucha importancia el destino y las circunstancias que arrastran a las personas hacia el abismo.
Esta novela de Matute, con tintes fantásticos y trasgos y hechiceros, no deja de ser más que la verdad de lo que ha ocurrido a lo largo de la historia (sobre todo en la Edad Media) en la que los reyes pactaban guerras para conquistar tierras y más tierras. Y aun en la actualidad lo podemos ver igual.
Otro sentimiento sobre el que se reflexiona en el libro es el amor, el cual es el mayor bien del hombre, pero que tampoco está exento de maldades y engaños, de contaminaciones. Y es el amor que tiene Ardid por su familia, el que empujará todo el discurrir de la historia, los que llevan a la venganza:
“Verdaderamente, el amor humano debe ser un terrible azote, o un gran castigo”.

Olvidado Rey Gudú posee una estructura lineal, a la manera de los cuentos de hadas, y con muchos personajes, sin un vocabulario nada complejo. Y es que la complejidad de Matute está siempre en el tratamiento de los sentimientos humanos y de cómo estos cambian. En este sentido, el mejor personaje creado es Ardid, ya que el lector experimenta perfectamente su mudanza desde la infancia hasta su madurez, y de la soledad en la que va cayendo cuando sus amigos el Trasgo y el Hechicero no la visitan.
Aunque es una buena historia, la dimensión del libro peca de excesiva por momentos, ya que debido a los tantos personajes te satura, no permitiendo periodos muy largos de lectura.
Para finalizar, tengo que mencionar que este libro es el primero que leo de esta gran escritora española fallecida hace hoy un mes, y este es mi pequeño homenaje. Hay que tener conciencia de que a los autores siempre se les puede salvar con su lectura, y que su nombre por la tierra no pasa en vano, vuelven a estar presentes cuando un lector nuevo coge uno de sus libros. Yo cogí Olvidado Rey Gudú con ese objetivo. No me arrepiento.
Ficha técnica
Autor: Ana María Matute
Editorial: Destino S.A. Ediciones
Año de publicación: 1996
Número de páginas: 960