“España es el mayor consumidor de prostitución de Europa: cuatro de cada diez hombres son puteros”. Encuentro esta afirmación en el libro La revuelta de las putas, en el que la activista Amelia Tiganus, partiendo de su experiencia en el mundo de la prostitución, aborda y defiende la necesidad del abolicionismo.
Leo este libro con muchísima rabia, un sentimiento que ya vive en mí al hablar con hombres de mi entorno y descubrir que “ir de putas” sigue siendo visto como diversión y como una forma de liberar tensiones, además de escuchar que “es mejor ser putero que violador”. Yo, que soy periodista, creo que las palabras y cómo decimos las cosas, de qué forma nombramos las realidades, nos explican el tipo de sociedad que somos. Por eso, creo que, como dice Amelia Tiganus, tenemos que huir de lo políticamente correcto y decir claramente que la culpa de la prostitución es de los puteros y de un sistema al que le interesa defender que ser puta es un ejercicio que se ejerce en libertad. Veréis, por mucho que a las mujeres nos guste el sexo, ¿todas querríamos follar horas y horas con hombres que nos consideran recipientes, que se creen nuestros dueños? ¿Es placentero eso? Y, por otra parte, si las mujeres que ejercen la prostitución tuvieran un trabajo digno que les permitiese sobrevivir en condiciones dignas, ¿elegirían vivir en prostíbulos? La libertad en este caso tiene mucho que ver con la supervivencia, y creo que si toda la ciudadanía nos planteáramos estas preguntas de forma sincera, todos llegaríamos a las mismas conclusiones.
“Soy Amelia. Nací en Galati (Rumanía) el 11 de marzo de 1984. Soy hija de obreros y nieta de obreros por parte materna y de campesinos por parte paterna. Soy heredera de una educación autoritaria, con graves castigos físicos y psicológicos. También del comunismo y del caos que desató la entrada violenta del siempre violento capitalismo en la Europa del Este. Soy la mayor de dos hermanas. Soy activista feminista. Soy la loca de los gatos. Y de los libros y los tatuajes. Soy rebelde.
Soy formadora. Soy superviviente y, sobre todo, testigo directo del sistema prostitucional. Porque sobrevivir sobrevivimos muchas. Aparte de haber sobrevivido, hago algo más: testifico. Lo hago públicamente desde 2016. He impartido más de cuatrocientos talleres, charlas y conferencias, y más de mil entrevistas en todos los formatos. Se dice pronto, pero me ha costado sangre, sudor y lágrimas”.
Habla ella misma y lo hace para denunciar esta esclavitud a la que son sometidas las mujeres, y sobre todo las más empobrecidas por un sistema capitalista que considera todo, hasta los cuerpos humanos, como mercancías con las que hacer negocio. Llevando consigo esa idea de “lo personal es político”, Tiganus se abre en canal para contarnos lo que supuso para ella ejercer la prostitución y de qué forma cambió su forma de ser. Y es que, como reconoce en el libro, “sobreviví a la prostitución porque no se puede llamar de otra manera un periodo de tiempo en el que la violencia sistemática te impide SER y solo te permite ESTAR”. Estremece leer esto, estremece darse cuenta de que muchas mujeres hoy en día se encuentran faltas de libertad y a merced del poder de hombres que quieren comprar todo, hasta el cariño, con su sucio dinero. Ellas, las que no hablan habitualmente, son las protagonistas de este libro que deberíamos leer todos y todas para así poder defender de verdad una postura humana y digna.
“Es por esto por lo que pagan los puteros. Pagan por mujeres sin alma, sin deseo. Pagan por follar con muertas”.
La historia que cuenta Amelia Tiganus es dolorosa, pero se convierte en un ejercicio de necesaria sinceridad y que pretende sacudir nuestras conciencias para, algún día, lograr un cambio real en el que se tengan en cuenta los derechos de todas las personas. La resiliencia y la supervivencia, dos conceptos que pululan por estas páginas en las que el terror más brutal aparece, y aun así la autora no cesa en su denuncia, sino que escribe y escribe, se vacía y ofrece un argumentario potente para exigir la abolición de la prostitución. Como ella misma explica, “consentir es demasiadas veces sinónimo de sobrevivir. Y nos convierte en culpables. Culpables de elegir la vida aun cuando la vida es un infierno”, pues está claro que es un error enfrentar el sistema prostitucional basándose en el concepto del consentimiento individual de las mujeres, sobre todo muchas veces este consentimiento está bañado de presiones e injusticias.
Un campo de concentración. Así define la autora los cuarenta prostíbulos por los que pasó durante cinco años, que transmite con una imagen: un reloj sin tiempo, exenta de voluntad para reconocerse a sí misma como persona, y sometida a un proceso de deshumanización constante, lo que la llevó a adoptar el olvido como forma de resiliencia. Y ella vuelve a reivindicar, “porque los puteros y sus cómplices los proxenetas no nos dan trabajo, nos esclavizan”, y hay que saber decir en alto que “la prostitución es violencia sexual” y que no hay puteros majos sino hombres que creen que los órganos sexuales de las mujeres están pensados para, previo pago, perforarlos cómo y cuándo deseen.
Resulta doloroso leer este libro, sobre todo porque mientras lo leemos muchísimas mujeres sobreviven en este calvario sin que a la sociedad le importe y los poderes políticos no tomen la lucha contra la prostitución como un tema prioritario. Duele darse cuenta de que todavía queda muchísimo por hacer. Duele porque estamos en un mundo aparentemente desarrollado en el que existe esta esclavitud sobre las mujeres.
Gracias a Amelia Tiganus por su valentía, por abrirse en canal y enfrentarse a sus demonios para concienciarnos de la necesidad de que miremos este problema de cara y defendamos los derechos humanos y no más machismo impregnado de neoliberalismo. Gracias por esta literatura que azota nuestro mundo y nuestras cabezas.
Ficha técnica

Título: La revuelta de las putas. De víctima a activista
Autora: Amelia Tiganus
Editorial: Ediciones B
Año de publicación: 2021
Número de páginas: 302