“- Siempre he pensado, Julián- comenzó a decir Santiago-, que en mitad de la tempestad, cuando todo da vueltas por los aires a tu alrededor, tal vez lo único razonable que se puede hacer es no soltarle la mano jamás a un ser querido.
Julián lo miró confundido. Al cabo de unos segundos, Santiago añadió:
-Puedo imaginar por qué estás aquí, pero este no es el lugar en el que tendrías que estar. Sólo ella es importante ahora. Y si hay algo que no la ayuda es que tú te pelees contra la realidad- . Santiago soltó con cuidado las manos de su hermano-. Nadie debería pasar por esto solo, Julián. Absolutamente nadie. Pero mucho menos Lucía.
-El parque en el que se hallaban lindaba por un lateral con una avenida y con una calle estrecha por la parte de atrás. El tráfico de la noche, convertido en un murmullo, continuaba inalterable. A lo lejos, una pareja joven paseaba a sus dos perros. Un par de vecinos fumaban en las ventanas de enfrente. Todavía desorientado, Julián dirigió la vista al cielo nocturno y emitió un lamento sordo y contenido que sonó a agotamiento y a resignación. Era el quejido vacío de quien empieza a comprender que su lucha es estéril. De quien empieza a comprender que su lucha es estéril. De quien entiende que nadie puede resistirse para siempre de lo inevitable. De quien comienza a claudicar”.
De Todo lo demás era silencio, de Manuel de Lorenzo (Suma de Letras, 2019)
No conocía esta novela ni a su autor.
Besotes!!!
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