Me llaman Big

Constantemente me pregunto: ¿puede el arte actuar como terapia? ¿Podremos sentirnos mejor si leemos un libro o vemos una película que trata la cara más amable, y la menos amable, del mundo? Un debate que está servido y al que vuelvo siempre en busca de respuestas.

Ese camino de búsqueda también es explorado por Víctor Vegas en su reciente novela, Me llaman Big, en la que deja abierto el ramal hacia la esperanza. Y esto es así ya que la risa y el dolor se entrelazan para crear una historia que se define a la vez como dolorosa y esperanzadora a la vez. De ahí, de esa unión brutal suelen salir buenas historias, pues en ellas se condensa la esencia misma de la vida.

Me llaman Big resulta un proyecto ambicioso, que narra las peripecias de Zbigniew Czajka, un mimo reconocido en el mundo artístico con el nombre de Big y que recorre el mundo con un único objetivo: que todos los niños y niñas encuentren un momento para la risa. A través de sus espectáculos silenciosos, Big transmitirá por Londres, Berlín, San Salvador, Kigali, Pekín, Sarajevo, Asunción de Popayán, Bagdad… que hasta en las peores circunstancias, y con guerras de por medio, es posible encarar la vida con optimismo. Porque siempre existe algo de luz en la oscuridad, o al final del túnel, como se suele decir.

A Víctor le gustan los retos, y por eso decidió construir esta novela como un complejo poliedro en las que diversas personas que conocieron a Big a lo largo de los años cuentan sus recuerdos de él y los hechos que han asolado sus vidas. Precisamente en esta decisión radica la originalidad de la novela: la de ser capaz de contar una vida desde las referencias de otros, aunque está claro que en determinados momentos se haría necesaria la intervención de este protagonista omnipresente. Pero hasta esta decisión tiene un fundamento evidente: Big se define como una persona discreta, que hace sus funciones pero no quiere exagerar su protagonismo. Sin duda, un personaje en el que quedan reflejadas todas las personas humildes que llevan a cabo grandes acciones y que huyen de las cámaras.

“El mundo necesitaba más juegos y menos guerras. No era especialmente optimista con el futuro, pero cada vez que observaba a un niño jugar, a pesar de las duras condiciones que lo rodearan, no sabía por qué, ese simple hecho lo enternecía y llenaba de esperanza”.

Una novela que es un cante a la alegría, al derecho de la risa y, por extensión, a la infancia, sin olvidar la importante lección de historia que contiene, lo que la hace idónea para que los más jóvenes conozcan los antecedentes para no repetir los errores. Con todo, la dosis de historia puede resultar, en ciertos momentos, excesiva y con algunos datos no necesarios para el conjunto.

Ficha técnica

Título: Me llaman Big