Septiembre puede esperar

A veces sucede que paso una tarde entera enganchada a un libro, pero que en realidad no me deja mayor poso en mí, es decir, que no es una historia que describiré como buena, a pesar de todo. Tal es el caso de Septiembre puede esperar, la reciente novela de la pontevedresa Susana Fortes que consigue atraparte pero que no provoca nada más en el lector.

En ella encontramos unos personajes típicos y tópicos, una trama llena de clichés y de elementos añadidos sin duda para llegar a todo tipo de lectores y darnos ese final que esperamos ansiosos de antemano. Aquí la trama gira en torno a Rebeca Aldán, una chica aspirante a filóloga que viaja a Londres para indagar en el pasado misterioso de Emily J. Parker, una escritora desaparecida el 8 de mayo de 1955 mientras la ciudad celebra el décimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. Estos dos destinos se relacionan, y nos ofrecen un misterio que parece más del que finalmente es. Y es que, la autora evoca muy bien los espacios y gentes del Londres de la época anterior y de actual, pero no consigue pasar más que de unos cuantos tópicos y un argumento más bien simple. Es decir, no consigue sorprender, marcar.

Pero en todo ello, existe algo positivo, y es precisamente la presencia de mujeres protagonistas, responsables de sus destinos y de opinar sobre lo que hacen, sobre todo Rebeca Aldán. Porque esta es una novela de recuperación de las voces femeninas, y de recordar el camino que tuvieron que librar muchas mujeres antes de conseguir algunos de los derechos que tenemos hoy en día. Además, también se dan interesantes reflexiones en torno a la función de la literatura, y la escritura en particular.

“Nunca entenderé a la gente que viaja sin saber adónde va. El destino no es nada comparado con la sima de oscuridad que nos acecha en el día a día. Tener una carretera por delante es tener mucho en la vida, un camino concreto del que una se puede fijar, al menor hasta donde alcanza la vista”.

Ficha técnica

Título: Septiembre puede esperar