En todas las vidas, hasta en las aparentemente más simples existe un momento en el que todo cambia. Como suele decirse, y valga la redundancia, es ley de vida, y no podemos creer en el estatismo. Llegado un día a una hora concreta, algo sucede que modifica el tren.
Sobre esta idea, aunque con muchísimo humor, reflexiona Tracy Letts en su obra teatral Agosto, traducida al español por Luis García Montero y que cosechó gran éxito a raíz de las adaptaciones cinematográfica y teatral. En ella encontramos a una serie de personajes, más o menos tópicos de una familia estadounidense, que ven trastocadas sus vidas cuando desaparece su patriarca. A partir de ahí, la familia Weston se reúne en su casa de Pawhuska alrededor de Violet, la mujer del desaparecido, que es el centro de atención de todos los debates que se generan, de lo más surrealistas que os podáis imaginar.
Agosto es una obra de teatro delirante, con diálogos plagados de humor negro que hacen que el lector se divierta y sienta pena al mismo tiempo, y en ellos subyacen muchas de las preocupaciones del hombre medio occidental: preocupado por asuntos banales en la mayoría de ocasiones, que no son más que la conclusión de ver solamente al propio ombligo.
Tracy Letts otorga una importancia vital al mes de agosto, pues le otorga el título de un libro, haciéndonos partícipes de esa idea esbozada al comienzo: nada permanece y todo está en continua ebullición.
Me han parecido unos personajes tiernos y patéticos a la vez, pues en ellos se describen las familias de postín, esas que solo parecen funcionar de cara a la galería y en la intimidad se quedan en nada. De entre ellos, Violet es quizás el más patético. Toma botes enteros de pastillas y, cuando no está drogada, suelta lo que se le pasa por la cabeza sin más, apenas teniendo en cuenta a los hijos y demás familia que la rodea. Es por esta actitud, entre repelente y repulsiva, como nos iremos dando cuenta de que nada es lo que parece y de que esta familia hace aguas por todos lados. Precisamente, la capacidad del autor reside en evocar esta sensación, aunque a la historia le falta algo, es como si necesitase más espacio para ser contada.
“IVY .– ¿Es que necesito maquillaje?
VIOLET .– Todas las mujeres necesitan maquillaje. El que te diga lo contrario miente. Fíjate si era guapa Elizabeth Taylor. Más que ninguna. No necesitaba maquillaje. Pero llevaba una tonelada. Y ponte derecha.”
Ficha técnica
Autor: Tracy Letts
Editorial: Punto de Lectura
Año de publicación: 2014
Número de páginas: 192