
Conocí a José Carlos Carmona, literariamente hablando, a través de un libro con una historia muy adictiva y poética: Sabor a chocolate, con el que el autor sevillano consiguió el XII Premio Literario Universidad de Sevilla. En él nos presenta una historia de amor y de la fuerza de la espera a través del tiempo.
Tentada por la curiosidad de este autor, que también es músico, profesor y crítico literario, os traigo hoy una entrevista en la que ya nos adelanta que, tras Sabor a canela y Sabor a chocolate, próximamente llegará Sabor a fresas, en cuya escritura se encuentra ahora inmerso.
Pregunta (P): Publicaste dos libros muy dulces, Sabor a canela y Sabor a chocolate, ¿se puede medir la vida en sabores?
¿Sabores? No. No creo. Son aderezos al plato principal que es ese sustrato que todos buscamos llamado felicidad. A veces la felicidad se puede recordar como un sabor. Pero la felicidad es más que eso, mucho más.
La canela y el chocolate me recuerdan indefectiblemente a mi madre. Y claro, mi madre era amor. Y seguro que cuando tomo un té con canela o una pastillita de chocolate su sabor me gusta, pero lo que me reconforta es el recuerdo del amor de mi madre.
(P): Desarrollas tu actividad profesional entre varias disciplinas: música, arte, escritura, ¿cómo se relacionan en tu vida?
Hay tensiones, no creas. La historia comenzó cuando con 17 años pensé que quería ser un gran director de orquesta. Me planteé entonces cómo conseguir ser algo más que un músico, que un buen músico. Y pensé en llenarme, enriquecerme intelectualmente. Ahí empecé a abrir puertas a espacios: el Derecho y el liderazgo; la Filosofía y el pensamiento estético; la expresividad y el Arte Dramático; la Literatura y la autoreflexión… Pero cada puerta que abrí quiso absorberme.
Mi idea, pues, se demuestra cuando dirijo una orquesta: sé más que mis músicos porque he abarcado muchas disciplinas. Y tengo algo que aportar. Pero esta unión de artes se demuestra cuando escribo porque me salen temas musicales y filosóficos por todas partes porque todo eso ya está en mí.
(P): ¿Qué simboliza la historia de amor entre Adrián y Alma de Sabor y chocolate?
No simboliza: es. Yo tuve una novia con 17 años, la perdí después de dos y fantaseo por escrito y en mis sueños con recuperarla algún día.
(P): En este mismo libro vemos que la música está muy presente, ¿qué banda sonora le pones a esta novela?
En la novela aparecen muchas piezas musicales, esa es ya su banda sonora. Pero, si hicieran una película y me pidieran sólo una pieza que sonara de fondo, yo pondría el último movimiento de la Sinfonía nº 3 de Gustav Mahler (Langsam. Ruhevoll. Empfunden. O sea: Lentamente, tranquilo, con emoción).
(P): Estilo conciso, breve, original, pero intenso, ¿qué opinas de ese lema popular que dice que “las grandes fragancias se venden en frascos pequeños”?
La poesía ya fue esto antes de que existieran los frascos. Esta novela pretendía ser poesía narrativa disimulada en forma de novela. Mi idea es poetizar, por eso no sólo es concisa, breve e intensa, tiene ritmo, tonalidad, sonoridad (palabras que se repiten, cortes, aceleraciones). Es música en palabras, es poesía.
(P): Tu libro es tan adictivo como el chocolate, ¿cómo surge el tema de la novela?
Cuando empecé a escribir la novela no tenía tema. Yo sé que los temas que me pulsan en lo más hondo de mi ser van a salir. Sólo tengo que escribir y escribir. Y salieron, a mi entender, dos temas principales. El primero, mi fantasía de recuperar algún día a Elena (la novia que perdí en la adolescencia); y el segundo fue que me di cuenta de que somos eslabones de una cadena histórica y de que no somos nadie para cortar la cadena e impedir que siga adelante. Nuestros antepasados lucharon mucho para sacar adelante a la familia, y cuando yo escribí esta novela no tenía hijos aunque estaba casado. Escribir esta novela me animó a no ser egoista y permitir que la cadena siguiera adelante. Vi en la novela a todos los que estaban detrás de mí, todos aquellos que habían vivido para que yo estuviera aquí. Y ahora yo iba a parar el impulso vital. ¿Era yo dueño de parar este devenir de generaciones? Pensé que no al ver en mi libro todo lo que había costado llegar a salir adelante en medio de guerras y penurias. Y meses después tuve un hijo.
(P): Eres director del Máster de Creación Literaria de la Universidad de Sevilla, ¿qué aportan los talleres de escritura creativa a la figura de un escritor/a o de una persona que sueña con serlo? ¿Son efectivos?
¿Qué formación tiene un escritor actual? Lo que estudiara en su carrera más sus lecturas. Los que quieren escribir, suelen matricularse en Filología Hispánica. Pero ahí se centran muchísimo en el Siglo de Oro español y no pasan casi nunca de la generación del 27. ¡Pero estamos en el 16! Casi cien años después. Y por haber estudiado Filología hispánica, ¿han leído algo de literatura francesa o norteamericana o japonesa o rusa? No. Sólo saben lo poco que estudiaron.
Y si estudiaron Periodismo, peor. No Saben nada de Literatura.
En los Máster se amplía el conocimiento. Yo doy clases de autores norteamericanos contemporáneos y de la segunda mitad del sigle XX. ¿Puedes ser escritor sin saber qué se está haciendo en el país con mayor número de lectores y escritores del mundo?
La Literatura es una rama del Arte, y hay que competir con el arte mundial de la Literatura. Hay que saber qué hacen los otros para superarlos (como en todas las disciplinas humanísticas y científicas).
(P): ¿Cuál es el libro que más alegrías te ha aportado?
Indudablemente el éxito de Sabor a chocolate es incontestable: 100.000 ejemplares en España; seis ediciones; traducciones al francés (con dos ediciones); y al alemán; con una Tesis defendida en la Universidad de Pisa; y con una edición reciente en México.
He dado decenas de conferencias sobre este libro y lo han leído miles de alumnos de Secundaria y Bachillerato.
Pero cada libro tiene su valor. Me lo pasé genial escribiendo Martino y Martina, y durante mucho tiempo mi libro preferido (de los míos) ha sido El arte perdido de la conversación. Ahora estoy contentísimo con El factor urbano -35 relatos-, que todavía no tiene editor. Y estoy en plena vorágine de la escritura de Sabor a Fresas, que me hace saltar de alegría cada semana. Aunque quizás el más redondo es Sabor a canela. Todos me gustan un poco. Adoro por ejemplo El año del martillo, pero ese no lo ha leído casi nadie, aunque está en libro electrónico de Amazon.
(P): En tu trayectoria también sabemos que llevas a cabo un proceso de dignificación de la profesión de los intérpretes musicales, ¿qué has conseguido para lograr esto y cómo lo has hecho?
Estoy en esta batalla pero es dificilísimo dar un paso. Escribí un libro sobre el proceso de interpretación musical. Qué decisiones debe tomar un intérprete y de dónde saca los criterios. Este libro lo hice para concienciar a cerca del proceso hermeneutico tan complejo en el que estamos envueltos cuando queremos interpretar una obra.
Después estoy dirigiendo tesis sobre este mismo asunto. Conseguí que la Universidad de Sevilla le otorgara un Doctorado Honoris Causa a un intérprete de reconocido prestigio y siempre que doy una conferencia recalco el papel de los intérpretes. Lo principal sería conseguir que los estudios superiores de conservatorio estuvieran en la Universidad. He escrito a parlamentarios y he publicado artículos, pero son manchas en el silencio.
En mis conciertos no hago nunca ese gesto tan medieval de postrarse ante el público. Jamás. Nunca me inclino. Les doy las gracias de corazón por venir al concierto. Pero ¡¿inclinarme?! No. Es sólo un gesto. Falta mucho para que haya una conciencia global entre los propios intérpretes y mucho más con el público.
(P): ¿Es la actualidad un mal momento para desempeñar labores artísticas?
No: se consume mucho arte. Lo que creo es que cada día está más lejos el pasado. Y los que nos queremos dedicar al pasado lo tenemos más difícil. El Popo y el Rock y el Musical detentan una vida plena de éxito con voces e intérpretes de primera. Nosotros somos rémoras del pasado (¡pero me encanta el pasado!) y es normal que la gente no nos siga.
(P): Como crítico literario, ¿prefieres la figura del crítico profesional o de los blogueros?
Los críticos literarios en general me parecen que son gente bienintencionada que en principio quieren que la gente lea. Por eso, si los críticos (de ambos ámbitos) se dedicaran a machacar obras, conseguirían que la gente se alejara aún más de la lectura. Por eso yo creo que es difícil creer en cualquier tipo de crítico. Si, además, el crítico recibe los libros gratuitamente de una editorial y la propia editorial les facilita los contactos y las entrevistas con los más famosos, ¿cómo van a ser críticos con los libros de esa editorial?
Me resulta difícil creer que esto no les esté pasando tanto a los críticos de prensa y radio como a los blogueros.
En general, creo en los profesores universitarios, porque ellos no dependen de las editoriales (ya que tienen un sueldo del estado) y pueden ser analistas profundos con conocimiento histórico y técnico.
Pero, en general, todo lo que sea hablar de libros me parece bien.
(P): No me resisto a preguntarte cuáles son sus referentes artísticos, literarios, filosóficos y cinematográficos.
Mis referentes artísticos son primero los escultores y los bailarines de ballet. Son dos expresiones artísticas de las que se habla poco pero que a mí me llevan al climax de la percepción artística.
He visto todos los grandes museos del mundo con cariño y detalle: desde el Hermitage en San Petesburgo hasta el Metropolitan y el Prado y el Louvre y la Alta Pinacoteca de Munich y el museo de Historia del Arte de Viena; y todos los de Berlín y Londres y Shangai…
Amo el Arte hasta las lágrimas.
Mis referentes literarios empiezan en Shakespeare, Julio Cortázar, Italo Calvino, Philip Roth, Raymond Carver y Lorrie Moore y J.D.Salinger.
(P): ¿Estás inmerso en algún proyecto literario del que nos puedas hablar?
Ahora estoy escribiendo Sabor a fresas, que empecé hace unos años pero que detuve. Y ahora está evolucionando imparablemente.
Sufro cada día con cada página. Lucho por crear una estructura que sea atractiva y funcione. Con elementos novedosos, con argumentos naturales, con historias personales creíbles y que puedan emocionar, con muchos recursos técnicos. Va a ser genial. Va a sorprender y emocionar y se va a parecer a Sabor a chocolate siendo, sin embargo, distinta.