
Ernest Hemingway es un escritor al que muchos aman y otros tantos odian. Su personalidad enamoró y preocupó a partes casi iguales, tendencia que se suele dar siempre entre los que se consideran los clásicos de la literatura universal. Porque sobra decir que Hemingway es todo un clásico, y ya no digamos su obra El viejo y el mar, que fue publicada por primera vez en 1952, y que se considera la última publicada en vida y la más importante de la trayectoria del escritor, merecedor del Premio Pulitzer en 1953 y ganador del Nobel de Literatura al año siguiente por el conjunto de su obra.
El viejo y el mar es de esos libros de los que todo el mundo sabe de qué van, pero que tardamos en leer, algo que me aconteció a mí, ya que llevaba tiempo haciendo el amago de leerlo y nunca me embarcaba. Precisamente el momento adecuado fue durante una espera en el hospital, y realmente me ha encantado su lectura, sobre todo en lo referente a los pasajes descriptivos del mar y a lo bien que reflexiona sobre la soledad del hombre en la vejez, al tiempo que destaca la perseverancia del hombre.

El viejo y el mar marcó un antes y un después en la historia de la literatura, ya que es una pequeña obra que se pone como uno de los ejemplos de las vanguardias literarias, que nacieron en Europa en torno a la Primera Guerra Mundial, sobre todo en lo que se refiere al uso del monólogo interior, y del choque entre la palabra y la conciencia del protagonista. Santiago es un viejo que se embarca durante tres días en la pesca de un gran pez, y que en ese viaje se debate en torno a sus recuerdos, y a su presente, entre comer o no comer, y a menudo recurre a la evocación del pasado cuando estaba más acompañado y tenía fuerzas para embarcarse en grandes odiseas y trabajos. Otra característica que se puede ver también en El viejo y el mar es la presencia de elementos existencialistas que hacen que la literatura se comience a ver desde otra perspectiva, mucho más centrada en la forma, y en la ruptura de lo tradicional.
En la figura de este solitario marinero, Hemingway nos hace reflexionar sobre el paso del tiempo, la soledad, ese tira y afloja entre querer y poder, y la pérdida de poder del hombre conforme se acerca al final de sus días.
Destacan también las bonitas referencias al mundo marítimo y a ese ambiente tan contradictorio, con el mar embravecido y tranquilo según los diferentes momentos del día. La pesca y los conceptos referentes a ella forman parte de la creación de la atmósfera, aunque no se prodiga en tecnicismos.
Sin duda, me ha parecido una obra para deleitarse en cada una de las palabras, ya que bajo la simplicidad aparente del argumento se esconde una forma rompedora y una manera de narrar única, donde encontramos a un Hemingway muy alejado de sus obras restantes, aunque con una marca propia basada siempre en ese lenguaje de la palabra exacta.
Si quieres ver más críticas de obras de Hemingway, en este blog puedes encontrar Por quién doblan las campanas y París era una fiesta.
Ficha técnica
Autor: Ernest Hemingway
Año de publicación: 1951
Año de edición: 2011
Editorial: De Bolsillo
Número de páginas: 208
Un autor con el que algún día me animaré.
Besotes!!!
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Con Hemingway estoy empatada, me encantó este y odio París era una fiesta. Quizá deba leer otro para desempatar. Me ha gustado mucho tu reseña. Biquiños!
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