
Cuando leí El amor en los tiempos del cólera, sentí una profunda emoción, un sentimiento que todos los lectores experimentamos cuando llega un libro que te cambia la vida y que se convierte en tu favorito, aun cuando día a día se suman propuestas. Hace dos años ya de esa lectura de la novela de Gabriel García Márquez, y justo me encuentro con una novela de un autor brasileño actual que me ha hecho sentir lo mismo.
Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios, de Marçal Aquino, editado por Maresia Libros, es una historia que no resalta por la originalidad del argumento, pero que gracias al estilo tan depurado e intrigante del autor consigue atraparnos y hacernos sentir que el amor es un sentimiento cuya fuerza mueve fronteras, y traspasa corazones. El autor, considerado uno de los renovadores de la «nueva narrativa brasileña» nos presenta al fotógrafo Cauby, quien está convaleciente en una pensión de Pará agitada por la fiebre del oro, y rememora su relación con la joven Lavinia, esposa de Ernani, el pastor evangélico de la ciudad.
Desde que se conocen en una tienda de fotografías viven una pasión clandestina con muchos momentos de sexo salvaje y otros tantos más pausados y en los que los amantes se replantean todo. La novela nos habla de la espera, de esa paciencia como la mayor virtud de Cauby y también del viejo Calvo, hombre que le cuenta al fotógrafo el amor platónico sentido por una mujer a lo largo de su vida.
Suscribo sin lugar a dudas lo que Martín Solares dice sobre el libro: «Es una de las mejores novelas de amor que he leído y una de las pocas que están contadas en clave policíaca». Y es que, aunque el amor es un como un hilo que teje toda la trama de la novela, también se presenta como en clave de resistencia, desde el propio personaje de Lavinia, esa joven con trastornos bipolares que tanto puede estar de maravilla como desaparecer muchos días, hasta todo el pueblo de Pará, que resiste ante los explotadores de oro. En este sentido, el amor es la supervivencia ante un mundo donde unos pocos se lucran a costa de los muchos que luchan por sobrevivir, lo que también se observa en Gabriela, clavo y canela, escrita por su compatriota Jorge Amado en 1958.
«Una pista: era cruzar el umbral de mi casa y Lavinia se abalanzaba sobre mí, sin darme siquiera tiempo a cerrar la puerta. Me follaba mirándome a la cara, con ojos de perra en celo. Hablaba de la otra Lavinia en tercera persona. La llamaba puritana. Y tenía una abrumadora energía sexual. Era capaz de follar horas y horas, enloquecida. Un animal de sangre muy caliente. Un peligro para los individuos por encima de los cuarenta (como yo) y muy por encima de los cuarenta (como el marido)».
Marçal Aquino es un poeta nato, evocador de palabras y sugerencias, de espacios comunes y sensaciones. Es un escritor que conoce bien el amor, y que no peca de ñoño, sino que describe a la perfección la fiebre de los que se enamoran hasta perder casi el sentido. El tema de un fotógrafo que llega a una pensión en un pueblo brasileño interesado por fotografiar a mujeres prostitutas que sobreviven en los yacimientos de la mina, podría parecer de antemano con poco juego y ya muy explotado. Sin embargo, en las manos de Aquino se convierte en literatura, en magia, en un libro que vivirás con la misma pasión e intensidad que Cauby y Lavinia, esos amantes clandestinos.
Ficha técnica
Título: Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios
Autor: Marçal Aquino
Año de publicación: 2005
Año de edición: 2015
Editorial: Maresia Libros
Número de páginas: 253