Entrevista Álvaro del Olmo: «Se escribe mucho en cafeterías, para estar solo y al mismo tiempo, acompañado»

Álvaro del Olmo, autor de "Hombre sobre una escultura"
Álvaro del Olmo, autor de «Hombre sobre una escultura»

Leí un libro que se parece a la Rayuela de Cortázar. Es así, aunque su autor insista en que a su lado su novela solo es un viejo juguete. Álvaro del Olmo (1982), madrileño licenciado en ingeniería y estudiante de filosofía, ha escrito desde bien pequeño cuentos, hasta que un día, mientras esperaba a una chica al lado de una fuente, nacieron las primeras páginas de lo que después fue su opera prima Hombre sobre una escultura. Así, con la inspiración funcionando de la nada nació una novela que se desarrolla en bares y cafés, en el entorno la ciudad y que reconstruye las vidas de cuatro amigos. La trascendencia del arte también está por ahí, pero creedme si os digo que es una historia muy muy buena, aunque difícil de explicar. Buena literatura.

El autor, más bien modesto en cuanto al nivel literario de lo que ha escrito, se confiesa en esta entrevista, en la que nos habla de la soledad, del sentido del arte, y hasta de los estudios de humanidades.

Pregunta (P): Hombre sobre una escultura es el título de tu primera novela, ¿nos podrías explicar qué sentido tiene para ti?

Ay, no. Apunta directamente al centro de la novela, y ya se sabe lo difícil que es explicar lo más elemental. En cualquier caso, es un título que hace que más que a libro suene al nombre de un cuadro, y me gusta esa distorsión.

Luego está la otra distorsión, una especie de accidente, del que nos dimos cuenta cuando el libro ya estaba editado, y es que la ilustración de cubierta (es lenguaje editorial: hace un año hubiera dicho “el dibujo de la portada”) muestra una mujer con una jirafa sobre su cabeza. No tiene nada que ver con el título pero quizá a alguien le desconcierte. Como a mí no me molesta que los libros me desconcierten, me parece una confusión hermosa.

(P): Has escrito las primeras páginas de Hombre sobre una escultura mientras esperabas a una chica, ¿eres entonces de los que crees en la inspiración y las musas?

Cuando escribía cuentos sólo me sentaba a escribir cuando me apetecía. Después aprendí, y fue una sorpresa, que cierto tipo de eso que se llama inspiración también podía aparecer después de haberse sentado a escribir.

Era junto a una fuente y hacía frío.

(P): Desde la propia sinopsis advertimos que tu escritura es una apuesta provocadora, ¿qué quieres remover en los lectores a través de tus letras?

Las sinopsis son siempre sospechosas, no hay que fiarse. En cualquier caso, no es que quiera nada del otro; tampoco es que mientras escriba no exista la idea de un lector. Tal vez exista, pero digamos que ya está en tu texto de antemano, en ti mismo y en tu lenguaje. Como dice un profesor amigo, “uno es siempre ya los otros”. La consideración de la idea del lector no la veo más que en ese plano, no se puede escribir con alguien mirándote a la cara.

(P): Los amigos son la familia que elegimos, esa idea se entrevé en tu novela. ¿Qué significa la amistad en tu vida?

Significa tanto. Ahora no sé qué decir. Lo siento.

(P): ¿Te has sentido solo en algún momento de tu vida?

Quién no. Gran parte del tiempo.

Hombre-sobre-una-escultura-202x300(P): ¿Es el arte el único camino para lograr la trascendencia?

Me imagino que ambos estamos pensando en algo parecido a lo que pensaba Kandinski, donde el arte es un medio que nos lleva a un estado en el que hay un sentimiento de realización que es total, oceánico. Pero esta idea, como todas las grandes ideas, además de bonita es también muy frágil; muchos podrían decir que el arte no es en absoluto lo más propio del hombre y que por tanto ese tipo de realización sirve para compensar o para sublimar ciertas limitaciones que sí son consustanciales; hoy haríamos arte principalmente porque con él perdemos la sensación de finitud, que es agobiante. Cosas así. Yo no sé qué decirte. Arte se hace en cada época de acuerdo a distintos fines. Me acuerdo que hace poco escuché unos versos de Atahualpa Yupanqui, estos, tan simples y limpios…; recordaban que sólo hay trascendencia si hay transformación social. Pero al día siguiente me enfadé con esa idea: ¿acaso la transformación social duradera no pasa precisamente por la transformación de las almas? Esto parece el debate de siempre, reforma o revolución; aquí Marx sería el reformista y Kandinski el revolucionario. (En realidad no creo que ninguno tuviera problema en etiquetarse así. Voy a preguntarle a un amigo filósofo a ver qué opina.)

(P): ¿Se han resuelto todos los misterios de tu infancia, o han aparecido unos nuevos?

Qué asunto. Creo que si hubiera resuelto todos los misterios de la infancia hoy sería más feliz, pero no sé si estaría escribiendo.

(P): ¿Por qué escogiste la técnica del monólogo interior?

No lo sé, apareció desde el principio sin proponérmelo. Sin embargo, siempre me ha parecido la única manera honesta en la que podía haberla escrito.

(P): El libro se explica en conversaciones, en cafés y en el entorno de la ciudad, ¿qué es para ti la literatura?

La literatura son conversaciones, cafés…

No, es broma.

Ocurre que los escritores, como todo el mundo sabe, pasan mucho tiempo solos, y creo que por eso se escribe mucho en cafeterías, para estar solos y al tiempo sentirse acompañado. En el libro hay más de un café, sí. Son espacios curiosos, pequeños templos donde pasa de todo sin que ocurra nada.

Tampoco sé qué es la literatura. Me acuerdo de un koan zen del tipo “si no lo pienso, sé lo que es; si lo pienso, entonces no lo sé”.

Los personajes pululan por cafeterías, que me recuerdan a esta
Los personajes pululan por cafeterías, que me recuerdan a esta

(P): Dicen que los estudios de letras son para valientes hoy en día, ¿no crees?

Puede ser, pero creo que la manera en que estudiamos las humanidades es por lo general tan mala, está tan rota, que tampoco estudiarlas sirve como para enorgullecerse demasiado. Las carreras de humanidades tendremos que cambiarlas mucho en las próximas décadas. Si no, la universidad será cada vez más irrelevante. Podríamos hacer tanto…

(P): En Hombre sobre una escultura hay muchas referencias al arte en todas sus vertientes, ¿cuáles son tus ídolos en la literatura, el cine, la pintura..?

Leñe. Malditos todos nuestros ídolos. A las referencias las venero en secreto, y realmente intento no venerarlas, porque se convierten en rémoras. Además, cuando las expreso en forma de lista me siento tonto. Sería mejor hacerlo como momentos dentro de la historia personal de cada uno, qué viviste que hizo que te quedaras enganchado de no sé quién.

(P): Algo está cambiando en el mundo que habitamos, y en tu biografía cuentas que el 15M te ha cambiado, ¿acaso estamos perdiendo los viejos ideales para luchar por unos nuevos?

He aprendido que los viejos ideales se tienen que tener muy en cuenta, pero creo que inalterados se convierten en un lastre. Por ejemplo, lo que te contaba antes: el debate entre reforma o revolución es paralizante, como lo es la división entre derecha o izquierda (esto último está de moda porque coincide con el análisis de ya se sabe quién). El 15M ha permitido empezar a repensar todo eso dejando que entre aire nuevo, y ahí el lenguaje ha tenido mucho que ver. No obstante hay algunos cambios que se pusieron en marcha y aún no han llegado al día a día. Por ejemplo, todos los partidos siguen hablando de “clase obrera” y de “militantes” ; el 15M decía que “somos el 99%” y no había militantes sino en todo caso “participantes”. No es una cuestión cosmética, es que las fronteras cambian radicalmente.

¿Tienes en mente algún proyecto literario futuro?

Sí.

PD: Mi amigo me acaba de contestar y dice que “yo interpreto a Marx como un revolucionario, aunque hay quienes ven en el Marx biográfico actitudes pequeñoburguesas, y quizá de ahí tu pregunta”. Entonces yo le digo que no, que no era por eso, sino por otra cosa que escuché hace tiempo. Mi amigo es un filósofo marxista que tiene una casa con piscina porque su padre tiene la suerte de tener dinero. Una vez un amigo le dijo: “¡qué fácil es ser marxista con un padre rico, ¿eh?”. Él se giró con el limpiador de piscina en la mano y con un dedo en alto nos dijo: “pues no, es muy difícil”.

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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