
Una siempre vuelve a los inicios, pero de una forma mejorada. Cuando atravesaba esa época conocida como «la edad del pavo», y completaba la educación secundaria, me sentí muy tentada por leer todo lo que cayese en mis manos sobre el Islam y la vida de las mujeres que tienen que soportar las obligaciones de una sociedad patriarcal. Leí mucho sobre esta temática, sobre mujeres que se ven empujadas a la desigualdad solo por el mero hecho de ser mujeres y no hombres. Pero llegó un momento en el que me cansé de tantas historias con mucho debate y pocas soluciones reales. A menudo estamos expuestos a historias con muchos tópicos, aspecto que no contribuye para nada al avance en la igualdad y la comunicación entre culturas.
Durante años me he autoimpuesto un régimen de silencio de estas historias, saturada de leer siempre lo mismo quizás. Este silencio se vio interrumpido tras la muerte de Fatema Mernissi el 30 de noviembre de este año, una ideóloga marroquí con muchas obras ensayísticas alrededor de la consecución de los derechos para las mujeres, sobre todo en el ámbito de la religión islámica donde aun resta tanto por hacer, y también de la lucha por la comunicación e intercambio entre las diferentes culturas. Al saber de su muerte y del vacío cultural que deja, decidí leer su única obra autobiográfica Sueños en el umbral. Memorias de una niña en el harén, en la que nos narra a la manera de una cuentista similar a Sherezade diferentes capítulos de su vida en un harén de Fez, desde su nacimiento en el año 1940.

Mernissi nos habla con la experiencia pero dejando entrever en todos los pasajes la voz de la niña que fue, la que se sorprendía con ese enclaustramiento de las mujeres y de su separación de los hombres, de esas fronteras entre el mundo del harén y el real y de las ganas que tenían las mujeres de traspasarlas. También encontramos otras historias en la que se deja ver el miedo que sentían muchos de los marroquíes de la época ante la figura de los occidentales, y las diferencias que veían entre las culturas, al tiempo que aparece continuamente la intolerancia por lo ajeno.
Los harenes son descritos de una forma educativa, y Mernissi diferencia entre los imperiales y los domésticos, definiendo el de Fez en las siguientes palabras: «Nuestro harén de Fez estaba rodeado de altos muros y, aparte del cuadrado de cielo que se veía desde el patio, la naturaleza no existía. Claro que si se subía como una flecha a la terraza, podía verse que el cielo era más grande que la casa, más grande que todo; pero desde el patio, la naturaleza parecía insignificante».
Y tras esta vuelta a la lectura de temas sobre el Islam y la mujer, he descubierto gratamente que esta autora es ejemplar, es necesaria para entender, fuera de tópicos, cómo funciona la sociedad islámica y los porqués de muchos temas que en Occidente nos chocan. Ella no justifica, pero tampoco condena fácilmente, sino que aporta causas y argumentos y defiende ante todo la igualdad y la comunicación entre los seres humanos, en especial en la lucha de derechos. Por esa labor fue merecedora del Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el año 2003, galardón que compartió con Susan Sontag.
«Ser una mujer embriagada de sueños en una tierra que aplasta tanto los sueños como a quien sueña»
«Solo caminar, un pie delante del otro, con los ojos fijos en un horizonte nuevo, casi inconcebible y sin amenazas».
Ficha técnica
Autora: Fatema Mernissi
Editorial: El Aleph
Año de publicación: 1994
Año de edición: 2002
Número de páginas: 256
Una entrada muy instructiva para mí, que no conocía a la autora.
Gracias!
Besotes!!!
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me ha gustado el libro, ya lo había leído pero no me daba cuenta del final así que lo he vuelto a leer.
los últimos capítulos repetitivos con la mascarilla y cosméticos, se hace pesado.
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