Por quién doblan las campanas: los sueños incumplidos de una sociedad

Ernest Hemingway fue un escritor y periodista norteamericano que viajó a nuestro país como voluntario en las Brigadas Internacionales, unos batallones de soldados de las distintas naciones que ayudaron al bando republicano. Fruto de esas vivencias por España se gestó el libro del que hoy me toca hablar y también el documental Las Hurdes. En Por quién doblan las campanas (1940) la voz de la conciencia que te dice lo positivo puede más que lo negativo de una guerra que trajo de cabeza  a muchos.  Hemingway era un idealista y su obra así lo demuestra.

Es esta una historia que transcurre durante el tiempo que se planea un ataque a un puente por parte del bando republicano en Segovia. El protagonista, Robert  Jordan, viene a ser el alter ego del autor. Y mientras dura ese tiempo, los personajes van entrando en una ola de desconfianzas mutuas sólo rotas por el amor que se profesan Robert Jordan y María, una chica que fue violentada a manos de los fascistas y que sueña con irse a vivir a Madrid con “el inglés”.  Aunque es una obra que relata las crueldades de la guerra, el amor es la salvación, el sueño de todo ser humano. Jordan no decae por la fuerza que este sentimiento le otorga, por el ansia de querer compartir la futura vida con su “conejito”. Porque el amor siempre es la medida de todo, de lo que tiene pocas o nulas posibilidades de salir bien. El amor es la ilusión, la obligación es volar un puente. La conciencia del inglés se debate en torno a estas ideas. Y siempre ronda en su cabeza el principio, insaciablemente repetido, de que “la guerra es una mierda”.

El libro es todo él una fuente de conocimiento sobre lo que fue aquella época de la mano de un testigo privilegiado. Es por ello que, si la analizásemos pormenorizadamente, podríamos conocer el imaginario de la sociedad española de antaño. El paso del tiempo actúa como espada de Damocles. Sabemos que tarde o temprano Jordan va a volar el puente, pero el autor juega con la intriga de una manera magistral. Los demás personajes aparecen interrelacionados por su relación con Jordan, y en esa relación hay compañerismo, traiciones y rifirrafes que hacen que el lector llegue a amar u odiar a unos u otros en función de las circunstancias.

Hay que tener muy en cuenta la época histórica. Tanto la República como el bando nacional fueron víctimas de su tiempo. Todos lucharon por un ideal que creían, cada uno por su parte, el correcto para salvar el mundo de gobernantes indeseables. La desesperación y la esperanza son lo primordial en una sociedad en la que se creía fuertemente que las ideas podían cambiar el mundo. Hoy ya no estamos tan seguros de ello, aunque hay inmensas frases del libro que tienen  plena vigencia en la crisis por la que atravesamos. Una de ellas:

Me cago en todos los cochinos, locos, egoístas y traidores que han gobernado siempre a España y dirigido sus ejércitos.»

¿Cuántos estarían de acuerdo?

http://youtu.be/mkfBTG_ic-g
Siempre viene bien conocer la visión que otros tienen de nosotros. Hemingway, norteamericano, veía al pueblo castellano como burdo, analfabeto en ocasiones, con un idioma que apenas vale para insultar con categoría. A lo largo de esta obra observamos también que muchos combatientes y milicianos no llegaron a saber realmente nunca el porqué de su lucha. Todos tenían claro que había que librar un cierto número de batallas y salir victoriosos, ¿pero a cuesta de qué? En este sentido, quedamos como un pueblo inútil en su fondo.

¿Y qué sensación es la que te queda al leer a Hemingway? Pues un vacío interior, unas ganas enormes de querer volver  a esa época y que los hechos fuesen de otra forma. Rabia, diría. Hay gente que lucha tanto por una idea que acaba por llegar a un punto en el que se renuncia a la propia felicidad. Y la dicha más grande es entonces ese ideal.

“No sentía miedo de morir, pero le irritaba el verse cogido en una trampa sobre aquella colina donde no había otra cosa que hacer más que morir”.

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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