
De las situaciones complicadas nace la mejor literatura o, por lo menos, una parte importante de ella. El escritor siente más necesidad de acudir a las palabras cuando más solo está, o cuando un revés en su vida lo justifica. Muy relacionados con estos escritores encontramos a los periodistas que aprovechan las circunstancias que sean para hacer valer la profesión de que las personas estén informadas de los acontecimientos. A caballo entre estas dos realidades, el periodista Julius Fucik escribió Reportaje al pie de la horca, un desgarrador diario de los días que este reportero pasó en la cárcel de Panktac en 1942.
Fucik fue uno de los muchos valientes checos que lucharon contra los nazis y sus imposiciones. Desde su posición como periodista intentó por todos los medios hacer valer unos ideales en los que creía fielmente, ingresando en 1921 en el Partido Comunista y siendo redactor de publicaciones comunistas como Rude Pravo y Tvorba. En febrero de 1941 se convirtió en miembro del Comité Central del Partido Comunista en la clandestinidad,
lo que lo llevó a encargarse de las publicaciones ilegales del partido, situación que dio lugar a un chivatazo y a su arresto por la Gestapo en abril de 1942. Partiendo de esta situación de tortura por parte de la Gestapo nace este reportaje, escrito con la inminencia de sentir la muerte cerca pero con la certeza de no haber vivido en vano. Así lo expresa Fucik:
«No he vivido en vano. Mi vida no ha sido estéril y no tengo por qué echarla a perder en sus últimos instantes».
De las hojas escritas en la cárcel, y sacadas por el guardia A. Kolínský clandestinamente, se constituyó este libro, publicado por primera vez en 1945 y que fue traducido a más de setenta idiomas, lo que permitió al autor un reconocimiento póstumo: el Premio Internacional de la Paz en 1950.
Es un libro duro, similar a Las nieves azules de Piotr Bednarski, y del que sabemos que se escribió hasta que la muerte lo frenó cuando en 1943 fue enviado a Alemania y asesinado en la cárcel Plötzensee de Berlín. Hasta que eso ocurrió, el autor no se cansó de creer en la lucha, y en la cárcel descubre la amistad, pero también la traición de aquellos a los que puede más la vida que los ideales. Fucik no quiere que esto se olvide: «Solo pido una cosa, a vosotros que sobreviviréis a esta época: ¡no olvidéis! ni a los buenos, ni a los malos», y por eso nos presenta a las «figuras y figurillas», esas personas de uno u otro bando que hicieron que la situación evolucionase de la forma que hoy todos sabemos. Es una crónica periodística, la última de su vida, y escrita con inmediatez aunque también con mucha profundidad, sobre todo en las alusiones que hace al tiempo atmosférico y a sus propias sensaciones:
«El detenido y la soledad: esas dos palabras son, al parecer, inherentes. Pero es un gran error. El preso no está solo. La cárcel es una gran colectividad en la que ni el más riguroso aislamiento puede separar a nadie, si es que uno no se excluye a sí mismo».
Reportaje al pie de la horca es un relato de una época, de un héroe que creyó en las ideas aunque con ellas se le fuese la vida, una persona que vio que con su sacrificio el mundo futuro podría ser mejor. Un relato desgarrador, en el que se comprueba que los momentos duros dan lugar a grandes obras.
Podéis leer los primeros capítulos en la web de Ediciones Irreverentes.
Ficha técnica
Título: Reportaje al pie de la horca
Autor: Julius Fucik
Año de publicación: 1945
Año de edición: 2011
Editorial: Ediciones Irreverentes
Número de páginas: 134