Me gusta poner por escrito las sensaciones que me quedan al terminar un libro, aunque existen obras que por su magneficiencia y su amplio reconocimiento a nivel mundial hacen que me sienta pequeña, como si los sentimientos que esta me generasen se perdiesen entre otros tantos. El miedo a que todo lo hayan dicho ya me invade cuando trato libros así, caso de Ensayo sobre la ceguera (1995) que, como a muchos lectores, no me ha dejado indiferente.

El aspecto que más resalto es la desfamiliarización, término de las letras que se utiliza cuando queremos aludir a que un texto es original, y no porque el escritor haya inventado algo sin precedentes, si no porque nos ha hecho percibir algo que, en un sentido conceptual ya sabemos pero que los modos de presentarlo no son los convencionales. Saramago fue el único Premio Nobel de Portugal y ese reconocimiento le vino sobre todo a raíz de esta obra, completada con Ensayo sobre la lucidez. Para hablar de ella no podemos olvidar dos aspectos de su narrativa que fundamentan la tesis de su enorme originalidad: por una parte el lenguaje en el que no se respectan puntos ni comas pareciéndose más a un caos como la propia mente humana; y, por otro, la ausencia premeditada de nombres propios, con unos personajes que gozan de individualidad a partir de las características que a ellos se le atribuyen.

Ensayo sobre la ceguera es un puro ejercicio de estilo, ya que como decía Julio Cortázar en Rayuela, «¿para qué sirve un escritor si no para destruir la literatura?». Esta obra, considerada y valorada en todo el mundo, nos incita a abrir los ojos, a ver más allá de lo que tenemos delante de nosotros, ya que podemos ver pero no ver realmente. Esta teoría parte de una supuesta situación de ceguera nacional, donde todo el mundo empieza a quedarse ciego aún sin haber padecido nunca ningún síntoma de ello. Este mal blanco, una ceguera psíquica, comienza a extenderse sin parar y el gobierno debe internar a unos pocos en el edificio de un manicomio, donde la situación se volverá insostenible, los pasillos y las estancias estarán repletas de elementos escatológicos y las luchas por la comida y la supervivencia se sucederán. Semeja el caos, y en medio de ello solamente «la mujer del médico» cuenta con vista para guiar a los otros, lo que hace que se sienta una observadora por ver a los demás cuando nadie puede verla a ella.
En cuanto a las sensaciones que me quedan, basta con mencionar algunas citas para darse cuenta de que el libro dice ‘verdades como puños’:
«La ceguera no se pega, Tampoco la muerte se pega, y todos nos morimos».
«En una epidemia no hay culpables, todos son víctimas».
«En las adversidades, tanto las probadas como las previsibles, se conocen los amigos».
«Que la dignidad no tiene precio, que una persona empieza por ceder en las pequeñas cosas y acaba por perder todo el sentido de la vida».
Y no sigo, que sino corro el riesgo de copiar todo el libro. Sin más, os invito a ponerlo en la lista de eternos pendientes, ejercicio que yo hice también y que por fin he conseguido. Otro autor más para #retoeternos.
Ficha técnica
Título: Ensayo sobre la ceguera
Autor: José Saramago
Editorial: Alfaguara
Año de publicación: 1995
Año de edición: 2001
Número de páginas: 424
Con la forma de escribir de este autor no puedo, no soporto su forma de no puntuación. Biquiños!
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Jajaja a mí también me.costaba al.principio pero al final merece la.pena muchisiiimo
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