“La realidad podía leerse sobre el papel”, escribía Camilla Läckberg en su quinta novela policíaca Las huellas imborrables. Y con eso se puede resumir todo lo que son sus libros: una mezcla de realidad con ficción y misterio.
Desde que en el verano pasado descubrí a esta escritora no dejé de leer sus siete libros, los cuales están ambientados en el pueblecito costero de Fjällbacka, en Suecia. Casualmente, es el mismo escenario dónde vive la autora porque según ella misma reconocía a Antonio Iturbe, director de la revista Que Leer, los lugares que conocemos se hacen más factibles a la hora de describirlos.
Sus novelas podrían ser clasificadas como de misterio, policiacas, pero hay un motivo que las hace únicas a mi modo de ver. Esa unicidad viene dada por la inclusión de momentos cotidianos de los personajes en el medio de un misterio que hay que resolver. Engancha tanto el caso misterioso en sí como las peripecias personales de las diferentes personas. En la comisaría tanto Patrick como Annika, Mellberg o Martin tienen una vida que los hace únicos y la autora sueca se vale de estas técnicas para hacer ver al lector que sus historias pertenecen al ámbito de la cotidianeidad. La tendencia literaria que mejor describe a Läckberg es el “realismo cotidiano”. Ella misma decía que “es una forma de mostrar el lado humano del trabajo policial y mantener la conexión con la realidad”.
Erika, la mujer de Patrick y escritora en el libro, viene a funcionar como el alter ego de Lackberg, de forma que a través de ella podemos tener mención de los pensamientos que pasan por la mente de la escritora sueca y acercarnos, aunque sea a través de la ficción a la realidad. Los pasos que se siguen para la construcción de un libro, las investigaciones previas y la presión de la editorial son temas que forman parte de ese realismo cotidiano.
En total tiene publicados siete libros hasta la fecha y en todos ellos se aprecia el tratamiento, aunque sea en segundo término, de un tema que afecta directa o indirectamente a la sociedad; bien sea la violencia de género, los efectos de la Segunda Guerra Mundial, el abandono infantil… Es consciente de que si no se pueden cambiar los problemas, al menos si novelarlos para fomentar la conciencia.
Otro aspecto que es común en todos sus libros es esa maestría a la hora de enlazar presente y pasado. Casi siempre aparecen capítulos que comienzan con una historia en el pasado que, poco a poco, irá desentrañándose hasta formar parte y ser causa del presente y del misterio que en él subyace. Pasado y presente son historias paralelas que paulatinamente tendrán su sentido de ser.
Pero también hay algo mágico en sus libros. Aunque por los asesinatos que esboza, el lector puede tener la impresión de que Fjällbacka es un pueblo poco amigable, nada más lejos de la realidad. Según la autora es un pueblo tranquilo y merecedor de ser visitado dónde esos tantos asesinatos novelados quizás nunca se producirían, todo el mundo se conoce y nadie rompe esa paz interior que reina en el municipio costero.
Aunque cada una de las novelas tiene su aquel, confieso que Los vigilantes del faro, que viene de publicarse, me desilusionó un poco con respecto a las anteriores. Quizás la vida real supera en demasía al misterio que debe caracterizar a este tipo de novelas. Con todo, es un punto favorable la introducción del faro de Graskär como un escenario novedoso.
Y Las huellas imborrables, el quinto libro fue quizás el más emocionante para mí. A través del esbozo de cómo afectó la Segunda Guerra Mundial a Suecia y los demás pueblos nórdicos, vamos acudiendo a otro misterio de asesinato en el presente que tiene todo su porqué, de nuevo, en ese pasado que todo lo impregna.
Y después de estas siete historias publicadas, que espero lleguen más, Fjällbacka deja de ser pueblecito costero cualquiera cuya cotidianeidad queda marcada por la llegada de veraneantes, sino que ahora no pasa indiferente a ese halo de misterio que su escritora le concede. Un invite a conocerla de primera mano.
«La lectura es el viaje de los que no pueden tomar el tren»: I. Croisset