“Declaración de dependencia” de Rebekka de Wit

Recuerdo una entrevista de “Estirando el chicle” en la que la actriz española Ana Milán decía que le encantaba estar sola y al mismo tiempo se reconocía en la dependencia de querer a alguien. Continuaba aseverando que hay mucha fortaleza en ser consciente de que necesitas al otro, y que el ser humano tiene más de dependiente que de independiente. Porque necesitar al otro es delicioso. Y después hablaba de la soledad escogida y de la obligada, y de la toxicidad de las relaciones.

A mí me pasa lo mismo, me considero feminista, me gusta mucho estar sola pero no puedo (ni quiero) alejarme de los demás. Y el mundo actual a veces tiende a transmitirnos demasiados mensajes sobre la independencia, llevándonos muchas veces a una desconexión y a una soledad no deseadas. Pero no todo es ni blanco ni negro, existen muchísimos grises. Ahí se mueven los ensayos de Declaración de dependencia, un libro de Rebekka de Wit en el que se analizan, a través de experiencias propias y ajenas, y de estudios, la independencia y la dependencia. Y así vamos encontrándonos con preguntas como “¿es la dependencia una forma de fracaso?”, “¿se puede ser feminista e independiente a la vez?”, “¿qué implica a nivel social y comunitario la dependencia?”, “¿es real la independencia?”.

En esta sociedad tan individualista se nos está vendiendo por doquier la idea del “do it your self” (hazlo tú mismo), lo cual es un engaño porque, como dice la autora, nadie puede hacer nada completamente solo. Si escribimos un libro, nos nutrimos de otros que hayamos leído antes, si investigamos algo tenemos en cuenta otros estudios previos, si arreglamos un coche es porque ya lo han fabricado, y así hasta el infinito. La autora nos lleva desde la parte más material a la más ideológica, y nos hace pensar en que el ser humano está concebido para vivir en comunidad, y rodeado de otras personas con las que establece vínculos de mayor o menor profundidad. Lo que resulta problemático es cuando esos vínculos se convierten en tóxicos e impiden nuestra propia existencia. Ahí entraría el debate entre el feminismo y la independencia, y a veces nos perdemos un poco y nos sentimos mal si, por ejemplo, sentimos que lo daríamos todo por un hijo o que priorizamos a nuestra pareja. Quizás después de tanto luchar por la igualdad (y lo que queda) seguimos teniendo mucho miedo a volver atrás, y a veces consideramos que es mejor un exceso de independencia que de dependencia. Pero se va demostrando que la independencia excesiva deriva en el individualismo y que este no salva a la sociedad. 

“Es extraño: nos hemos organizado en estructuras en las que somos más dependientes que nunca los unos de los otros, pero nos las apañamos muy bien para que esa dependencia no salga en la foto”.

Estamos delante de un libro muy controvertido, que plantea un debate inteligente, muy necesario y poco abordado, y que nos hace cuestionarnos a nosotras mismas.

“Solemos considerar que aferrarse al yo interior denota fuerza y autenticidad, mientras que aferrarse a Dios, por ejemplo, es síntoma de estrechez de miras. Pero sospecho que son dos cosas muy similares”.

Creo que lo más humano que tenemos es reconocernos en nuestras incoherencias, en que no somos seres perfectos ni lo podremos ser jamás, y en que necesitamos a los otros para crecer y para no decaer. El debate es medir en qué medida eso supone un impedimento a nuestro propio camino. Y la autora no nos da la solución, pero sí nos aporta la semilla para realizar un ejercicio introspectivo intenso y necesario.

Ficha técnica

Título: Declaración de dependencia

Autora: Rebekka de Wit

Traducción: Guillermo Briz Blanco

Editorial: De Conatus

Año de publicación: 2024

Número de páginas: 122

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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