Se dice a menudo que no hay nada nuevo bajo el sol, que casi todo está inventado cuando hablamos de cultura y arte y que la clave para construir algo diferente reside en el estilo, es decir, en la forma de contarlo. Se defiende también que, en estos tiempos que corren, lo importante de los libros es que nos ayuden a desconectar del mundo, aunque deberían conectarnos además con él e incitarnos a reflexionar sobre lo que somos y lo que nos rodea.
Me recorre una emoción muy fuerte cuando hablo de Elena Marqués, una autora a la que descubrí hace ya unos cuantos años con su libro de relatos, La nave de los locos, en una época en la que estaba forjando mi identidad lectora y, por qué no decirlo, profesional. Y al leerla me impactó tanto que escribí en el blog un texto en el que reflexioné sobre la capacidad de las escritoras como ella para hacer música con las palabras. Ahí reconocí a Cortázar y a Gabriel García Márquez pues, como ya dije en alguna ocasión, la literatura de esta sevillana es muy sudamericana, dicho esto como un elogio, claro está. Después seguí su trayectoria muy atentamente hasta la actualidad, cuando acaba de ver la luz la que es su novela más ambiciosa y potente, en la que explora sobre eso que se dio en llamar el juego de la ficción y lo que es real y mentira en el momento en el que un escritor concibe una historia. El juego de la invención es un constructo literario que nos desconcierta y nos camela a la vez, que nos remueve y que supone una delicia para los lectores que disfrutan de los libros que dejan poso, que remueven y a los que tienes que volver atrás todo el rato para captar las pistas que nos va dejando la autora.
Conocí a Elena hace casi cuatro años en Sevilla y, compartiendo una infusión, traspasamos esa barrera de la ficción para ponernos cara y hablar de literatura en medio de lo cotidiano. Es por eso que creo que estamos delante de su libro más personal, pues a través de esa continua confusión entre Yago Creuet y Diego Amat, atisbamos a la propia autora, capaz de engendrar un artefacto que nos lleva a dudar de qué es real y qué mentira, y que nos invita a ordenar las pequeñas piezas como si de un puzle se tratase. Y es precisamente ahí, en cada pieza, donde se reflexiona sobre las causas que llevan a un escritor a concebir historias, la inmortalidad de su alma, los límites de esa ficción, el papel del lector como sujeto activo y dador de vida a las palabras etc.
Se trata de un libro con una construcción muy poliédrica, ante la cual es inevitable pensar en la Rayuela de Julio Cortázar, pues me aventuraría a decir que en este caso, también podríamos leer El juego de la invención sin seguir el orden de las páginas, sino el de la mente y la necesidad del lector.
“Escribo para adentrarme en laberintos y no necesariamente salir de ellos.
Porque estoy aquí
Pero igual querría estar allí.
Por recuperar la infancia
Por devolver a los muertos su memoria”.
Me ha encantado este libro, sobre todo esas partes en las que se intenta dar luz sobre los porqués de la escritura y su sentido para el individuo y el mundo en general. En fragmentos como el anterior vemos el cuidado con que la autora trata a la literatura, con las palabras seleccionadas con mimo y, ante todo, sin verdades universales, sino con una necesidad de encontrar a través de lo escrito un sentido a la existencia. No es una novela fácil, pero reconforta reconocerse en la dualidad de los personajes, en ese ser y no ser, y en la necesidad que tenemos todas las personas lectoras de encontrar formas diferentes de contarnos lo ya muchas veces dicho antes.
Ficha técnica
Título: El juego de la invención
Autora: Elena Marqués
Editorial: Extravertida
Año de publicación: 2018
Número de páginas: 223
Pues me descubres autora y me dejas con muchas ganas de leer este libro. Creo que lo disfrutaría.
Besotes!!!
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En https://lecturafilia.com/2018/12/10/el-juego-de-la-invencion/ lo puedes encontrar. 😉
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En http://www.extravertida.es/tienda/novela/el-juego-de-la-invencion/ lo puedes encontrar. 😉
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