Entrevista Áurea Poncelet: “La lectura es un hábito esencial que se forja en la infancia”

Áurea Poncelet, autora de "Ratolescencia"

Áurea Poncelet cree en la magia y en el poder de la lectura para transmitir aprendizajes y formas de entender la vida a nuestros pequeños. Desde bien pequeñita le ha gustado escribir y un día prendió en ella la verdadera llama, esa inspiración de la que tanto se habla. Su sobrina Marta le preguntó por el Ratoncito Pérez y con el afán de explicarle sus aventuras, además de otras tantas vivencias que la ayudasen a forjar su identidad, Áurea comenzó a esbozar Ratolescencia, que hoy se ha convertido en libro de la mano de la editorial Babidibú. Con esta peripecia ella expresa muy bien lo que significa la lucha por los sueños, ese incesante trabajo que nos llevará tarde o temprano a conseguir aquello que nos proponíamos y que en un principio veíamos muy lejos. Leerla es volver a recuperar la ilusión, y la esperanza que teníamos en la infancia y que hemos perdido por el camino.

Pregunta (P): Ratolescencia es tu primera novela infanto – juvenil publicada, ¿van a tener continuidad las aventuras del ratón Álex Pérez y su pandilla?

Aunque dejé el final abierto al acabar el libro, en principio no tenía intención de escribir una segunda parte. Al menos, no en seguida. Ha sido a raíz de su publicación y de los comentarios que algunos lectores me han enviado, que me he planteado la posibilidad de continuar las aventuras de Álex. De hecho, tengo anotadas en un cuaderno, un montón de ideas para continuar dichas aventuras. Sin embargo, mientras terminaba el manuscrito de Ratolescencia, ya había empezado a perfilar el borrador de una nueva idea que me estaba rondando por la cabeza, y es ahora en este mismo proyecto en el que estoy trabajando. Pero respondiendo a tu pregunta, sí, Ratolescencia podría tener continuidad.

(P): ¿Por qué decidiste crear historias para los más pequeños/as?

De todos los géneros posibles, mi preferido desde siempre ha sido el infantil / juvenil. Considero que la lectura es un hábito esencial que se forja en la infancia, que además nos permite, a los escritores, instruir y trasmitir toda una serie de valores morales e imprescindibles, muy recomendables y necesarios para las futuras generaciones. Dentro de mí, continúa existiendo esa niña soñadora con pajaritos en la cabeza que una vez fui. La infancia y la adolescencia es ese tramo de edad en la que todavía se cree en la magia, en que todo es posible con solo desearlo. Llegan los primeros besos, se afianza la amistad, el primer amor. Es la época de las emociones a flor de piel, de las nuevas experiencias. Tengo tan buen recuerdo de mi niñez, que quizá por eso disfruto tanto escribiendo para los más jóvenes.

(P): Este libro se inspira en tu hijo y tu sobrina, explícanos esto…

Ratolescencia iba ser el regalo de comunión de mi sobrina. Empecé a escribirlo mientras cuidaba de mi hijo, que acababa de nacer. Mi intención jamás fue la de publicar. No llegué a plantearme esta posibilidad hasta que mi familia y amigos me animaron a ello, tras leer el manuscrito. A mi sobrina, que se llama Marta Pérez Roja, siempre le hemos contado que su verdadero nombre era Marta Ratoncito Pérez Caperucita Roja. Era, pues, prima del Ratón Pérez y de Caperucita. Ahora, que está a punto de cumplir nueve años, se ríe de esta historia, pero durante mucho tiempo creyó en ella fervientemente. Ratolescencia surgió cuando mi sobrina me preguntó qué sabíamos de su “primo”, no lo que aparecía en los cuentos, sino su verdadera historia. Ahí empezaron a funcionar los engranajes de mi imaginación…

(P): Tu libro invita a soñar, algo muy necesario hoy en día, ¿cómo podemos recuperar la magia?

Creo que para recuperar la magia, antes tenemos que recordar que una vez fuimos niños. La magia en la que los adultos ya no creen, no es otra cosa que la ilusión. Esa chispa que nos hace disfrutar hasta que nuestros sueños se cumplen. Los niños perciben esa magia, se embeben de esa ilusión, todos los días en cualquier cosa que hacen y dicen, hasta que poco a poco la pierden, cuando se hacen mayores, cuando sufren decepciones y problemas, cuando viven injusticias y frustraciones. Es entonces que acabamos viviendo como autómatas, enterrados en nuestras rutinas y obligaciones, almas grises y monótonas. Para recuperar la magia, la ilusión, hay que vivir intensamente, recuperar proyectos pasados, pasiones, aficiones, que nos devuelvan esa chispa de la vida que lamentablemente casi siempre dejamos por el camino, atrás con nuestra infancia.

(P): No pasa desapercibido el homenaje que le haces a una figura tan nuestra como es el Ratón Pérez, pero a menudo poco valorada. ¿No crees?

El personaje del Ratoncito Pérez es, probablemente, junto con el Hada de los Dientes de los países germanos, de los cuentos más conocidos a nivel mundial. Hay muchos y muy buenos libros ilustrados para los más pequeños sobre el Ratón Pérez, aunque, quizá, sí que es la primera vez que se usa su historia como metáfora para hablar de una etapa tan importante como es la transición a la adolescencia. De niña, yo creía en el Ratón Pérez, por supuesto, y recuerdo con ternura los días que me iba a la cama y guardaba mis dientes caídos bajo la almohada, a la espera de que él los recogiera. En aquella época me habría gustado leer Ratolescencia. Este libro es mi pequeño homenaje a un personaje que me hizo vivir muchos momentos de ilusión.

(P): En tu historia haces un viaje por muchos lugares de España, ¿cuál era el sentido de este paseo literario?

Como todo en este libro, hay muchos toques a mi familia y amigos. Las ciudades que visitan Álex y su padre tienen, cada una de ellas, algún significado importante para mí. Mi ciudad natal, mi residencia habitual, mi playa favorita, la capital, la ciudad en que mi marido y yo nos prometimos… Ratolescencia es un libro muy personal. Incluso muchos de sus personajes están basados en personas muy allegadas a mí.

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(P): Has dejado tu profesión para dedicarte a la escritura, ¿cómo ha sido este camino?

Siempre he compaginado mi afición por la escritura con mi trabajo, y he de decir que he cambiado mucho de trabajos desde que terminé la carrera. He sido auxiliar contable, editora de una revista, encargada de la comunicación y redes sociales de una pequeña franquicia allá por los años 2011 y 2012, gerente de una taberna, socia de otra… Ha sido difícil llegar aquí, pero por suerte siempre he contado con el apoyo de mi marido, que nunca dejó de creer en mí. Supongo que como todos aquellos proyectos que se emprenden y son algo fuera de lo común, todo se torna mucho más complicado. Para algunas personas de mi entorno, escribir ni siquiera era un trabajo. Por aquel entonces yo no cobraba nada, claro, y a pesar de que dedicaba horas diarias a formarme, a través de talleres y cursos de escritura creativa, y participaba en certámenes literarios y redes sociales especializadas donde colgaba mis cuentos y relatos, siempre me encontraba a mí misma justificándome sobre lo que había elegido hacer: que era meramente escribir. Muchas veces pensé en tirar la toalla y seguir siendo ese alma gris y monótona que la sociedad requiere que seas, pero por suerte mis sueños vencieron las dudas; la ilusión, la magia de hacer lo que me apasiona, venció a todo lo demás.

(P): Aunque tu primera incursión editorial sea infantil, ¿no sientes intriga por adentrarte en otros géneros?

He probado muchos géneros, especialmente cuando participaba en talleres y cursos de escritura, cuando me presentaba a concursos literarios o escribía en mi antiguo blog. Me encanta la ciencia ficción y la novela romántica. Como todo escritor, tengo miles de anotaciones e ideas para futuros libros. Es posible que algún día os sorprenda con un cambio de género, aunque por ahora me centro en lo que más me llena, que es el infantil / juvenil.

(P): Ratolescencia transmite muchos valores y aprendizajes, ¿era esa tu intención al crearla?

Por supuesto. La familia es la primera escuela de la vida, por eso, como adultos, siempre intentamos inculcar, a los pequeños de la casa, la relevancia de una buena conciencia moral. ¿Qué mejor forma que hacerlo a través de cuentos y libros? Recuerda que, en un principio, Ratolescencia fue un libro escrito especialmente para mi sobrina, mi peculiar manera de trasmitirle estos valores morales, que luego la ayudarían a forjar su propia personalidad. No hay nada que pudiera hacerme más feliz que ver a mi sobrina crecer como una mujer de su tiempo, valiente y luchadora, pero también sana en su mente y su corazón. Creo que los valores que se aprenden en la infancia marcarán positivamente nuestra manera de ser y nuestro comportamiento hacia los demás en el futuro.

Espero que a través de Ratolescencia, otros niños, como Marta, pueden aprender la diferencia entre lo que está bien y lo que no, lo que significa la verdadera amistad, o cuán importante es el apego familiar y la confianza absoluta depositada en nuestros padres para contarles todo, el respeto por uno mismo y los demás. Si alguno de estos importantes valores calara hondo en la mente de los jóvenes lectores, todas las horas, todo el esfuerzo que invertí en Ratolescencia, habrá merecido la pena.

(P): ¿Cuáles son tus referentes a la hora de crear historias?

Leo mucho. Muchísimo. Y suelo soñar despierta. Me pasa con bastante frecuencia. Esas ensoñaciones me muestran los hilos, de los que luego voy tirando para hilvanar mis historias. Si, por ejemplo, yo sueño que vuelo y lo escribo en un papel, es posible que luego otros que lo lean, puedan volar también. A esto se reduce la magia de la lectura. Con esto volvemos al principio de la entrevista: sueños, ilusiones, magia…

(P): ¿Cómo ves el panorama de la literatura infantil actual?

Se dice que de todos los países europeos, España es, probablemente, el país en que menos se lee. Una encuesta del CIS de hace un par de años nos reveló que el 35% de los españoles no leen nunca o casi nunca, porque no les interesa o no les gusta. Las estadísticas nos muestran, entonces, que una de cada tres personas no coge un libro ni para abanicarse. Pero ¿por qué? Hay varias teorías, por supuesto. La mía es que la lectura es un hábito que se forja en la infancia, como ya he dicho. Es la familia, los padres, los que tiene que inculcar con su ejemplo. Si nuestros hijos jamás nos ven leer libros, pero sin embargo nos observan pegados al móvil durante horas diarias, es comprensible que en sus mentes en desarrollo se esté plasmando la idea concebida de que lo divertido, lo imprescindible, es tener un móvil entre sus manos, y no un libro. Mi otra teoría es que los colegios siguen imponiendo lecturas obligadas e incomprensibles para los más jóvenes. Yo aún recuerdo con desidia la lectura obligada de la versión original de El Quijote. Hoy en día, hay muy buenas adaptaciones para los niños, de los clásicos de la literatura. Obligarles a leer libros que no les enganchan e impedirles, por lo tanto, leer en clase otros que sí lo hacen, generan un efecto contrario de lo que se pretende. Los niños acaban detestando leer.

Con todo y con eso, el género denominado ficción para niños está dando fuerte en nuestro país. De hecho, de entre todos los géneros literarios, el infantil / juvenil es, muy por encima, el que mayores ventas genera hoy en día. Esto crea un aliciente para el futuro. Se avecina una horda de lectores. La lectura nos ayuda a pensar, y pensar nos ayuda a forjar sociedades más libres y creativas. Así que aún hay esperanza para las generaciones del mañana.

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

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