La mala prensa de la prensa

2132011145La mala prensa de los periodistas en las novelas y, sobre todo, en las policiacas. El reportero es esa persona sin corazón, que solamente busca las miserias humanas como carne de cañón con las que alimentar sus cerebros morbosos.

El periodismo fue considerado durante mucho tiempo como el acompañante menor de la escritura (los literatos que no llegaban a eso, se consolaban con escribir en la prensa o haciendo reseñas de libros en los que dejaban escapar sus aspiraciones literarias) y hoy en día, las tornas no han cambiado mucho. Tras una época de esplendor para la prensa, actualmente volvemos a verlos de forma negativa. La sociedad habla y la literatura critica un arte que parece que no lo es tanto.

Para demostrar lo dicho en este comentario, he escogido al azar tres obras en las que se ve la figura de la prensa de capa caída. No quiero saturar al lector, pero os invito a que sigáis leyendo las citas que menciono a continuación:

“Los mejores periodistas y editores han emigrado a otras áreas, a proyectos personales. La crisis económica de los diarios y los recortes provocaron un canibalismo terrible al que solo sobrevivieron los más mediocres”.

“Los periodistas nos hemos convertido en una subclase de la clase política, en un espejo de los funcionarios, y en consecuencia acabamos haciendo el diario para ellos. Con razón la gente nos ha dejado de leer”.

“Dicen que los periodistas comienzan queriendo cambiar el mundo y terminan buscando ser directores de periódicos o jefes de sección”.

  • De la obra La mirada de los ángeles (octavo libro de la saga Los crímenes de Fjallbacka), de Camilla Lackberg

“Muchos periodistas hacían un trabajo mediocre. Se limitaban a rasgar la superficie y si, por casualidad, hacían una pregunta inteligente, se abstenían de seguir abundando en ella…”

“El periodismo poco profesional siempre es igual de irritante. Me citan mal, me interpretan mal, y todo el artículo está lleno de insinuaciones”.

“Todos esos periodistas liberales, cronistas y sabiondos que creían que comprendían cómo funcionaba el mundo”.

  • De El invierno del mundo, de Ken Follet

“La gente joven se imagina el periodismo como una profesión llena de glamour y que no entiende que requiere de un gran esfuerzo y dedicación” (enfoque positivo).

“Estaría bien, siempre que no te plantees el periodismo como carrera. Eso sería caer muy bajo”.

“Ese era el lugar predilecto de los periodistas, que lo frecuentaban con la esperanza de hacerse con algún chismorreo”.

“Tampoco había auténticos periodistas, solo aduladores serviles”.

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Pongo estos ejemplos para fomentar la reflexión. Está claro que la literatura siempre es heredera del ambiente en el que se crea y, si a día de hoy, vivimos en el fango y tenemos en tan mala consideración el oficio del periodista, así se manifiesta también en la ficción.

Resalto estos ejemplos, pero podría resaltar otros muchos, ya que la prensa atraviesa una época de mala prensa, y nunca mejor dicho. Puede parecer una evidencia pero no me gusta generalizar ya que, incluso en los malos tiempos, hemos contado con periodistas tan magníficos como Ryszard Kapuscinski y con Roberto Saviano, con Antonio Salas, y con Günter Wallraff, con muchas personas que han renunciado a su vida para hacer de esta profesión la clave del avance de la democracia: la honestidad, el intentar ir más allá de lo que dictan fuentes oficiales, la valentía, y tantas otras virtudes que a veces no se dejan ver en medio de tanto fango y basura.

¿Y vosotros que creéis?

 

Escrito por

Graduada en periodismo y enamorada de la lectura y la cultura. Porque leer nos hace mejores personas.

6 comentarios sobre “La mala prensa de la prensa

  1. Pues opino que la prensa tiene poder de influencia, por tanto, aquellos que lo desean, compran a los que la hacen y éstos se dejan comprar. Y como el poder corrompe y corrompe a todos, la verdad ya no importa. Si dicha verdad va a favor de lo que interesa, se usa como arma arrojadiza y se adorna, y si va en contra, pues da igual, si no me gusta esta verdad, ya me invento otra.

    El estado de los periódicos en España es lamentable y son la voz de su amo. Periódicos que en su día fueron un referente, hoy no son más que un panfleto, que dicen lo que han de decir y que son meros opinativos y no informativos.

    Y sí, generalizar es malo, etc, pero es mi opinión, soy un optimista irredento y nada cínico.

    Un saludo y muy buenas citas.

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    1. Gracias por comentar Isaac. Lo que ocurre siempre es que quién hace la ley, hace la trampa. Y la prensa pues ya es una trampa, en muchos casos. Y si quieres hacer bien tu oficio, te verás obligado, en muchas ocasiones, a renunciar a parte de tu vida personal.

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      1. No sólo te ves obligado a renunciar a tu vida personal, es que como te dediques a ciertos temas, a veces te obligará a renunciar a tus valores o al trabajo, una de dos.

        Durante mucho tiempo, por ejemplo, la televisión pública valenciana fue un insoportable vocero del partido del gobierno en cuando a «información». En serio, límites inimaginables de manipulación. Nadie decía nada por miedo a perder su trabajo, sólo cuando la cerraron se alzaron voces y denunciaron, pues ya daba igual porque perderían el trabajo igual, pero hasta ese momento, nadie dijo nada y todos hacían.

        Tampoco es que sea de los que se deja llevar por el eterno mito del paraíso perdido y de que los tiempos pasados de Bernstein y Woodward eran mejores, pero sea por el servilismo de los que mandan en los medios, o las condiciones en las que mantienen a los periodistas junto con la escasez de trabajo, «esto ya no es lo que era».

        (Y sí, soy un viejo cascarrabias y por supuesto siempre hay honrosas excepciones).

        De todos modos me gustaría dejar claro que no hablo en contra del periodismo, algo tan fundamental como información y contrapoder, sino por esa absorción del mismo hecha por el poder, junto con ese empuje por extender la ignorancia y hacer que la gente ya no quiera informarse o pensar.

        Sin duda son estrategias más efectivas que las de pelear y destruir al contrapoder del periodismo.

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      2. Pues me temo que en todas aquellas novelas que no tienen a un protagonista periodista, se tiende a caer en el cliché, es un personaje complementario que sirve para acelerar tramas o dar información. Especialmente en best-sellers y similares, el periodista es poco menos que cartón piedra.

        Otro tema son novelas donde el protagonista tiene ese oficio o bien quien lo escribe lo tiene. No hace demasiado me leí, dentro de mi lista de eternos pendientes, Sostiene Pereira. El personaje principal es un viejo periodista de sección cultura, me gustó mucho el retrato del mismo, incluso dentro de un periodismo amordazado por la dictadura portuguesa.

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