«Santa Mónica es un penal de mediados del siglo pasado construido para alojar a doscientas cincuenta reclusas, pero, ahora, milagrosamente viven mil doscientas mujeres, apretadas, rozándose, espiándose, escuchándose unas a otras todo el tiempo».
Comienzo esta crítica diciendo que siempre he admirado la valentía de todos los periodistas que lo son en las peores circunstancias y tratando los hechos más problemáticos.
En el blog he tratado a Antonio Salas, a Günter Wallraff, a Hunter S. Thompson, a Roberto Saviano, a Ryszard Kapuscinski, y ahora le toca el turno a Marco Avilés, al que conocí leyendo Día de visita, una serie de relatos sobre las experiencias personales de muchas de las mujeres que viven en el penal más famoso del país peruano: Santa Mónica. El autor, perteneciente a esa generación de nuevos cronistas de Indias, y que participó del proyecto de creación de la revista Etiqueta Negra, dirige en la actualidad la publicación extra larga de crónicas Cometa.

¿Qué pretendía Marco Avilés con estas historias? Pues algo tan simple, y a la vez tan complejo, como entender a las mujeres que viven en un penal, ser un comunicador de sus preocupaciones y sus penas y del porqué de su estancia en la cárcel, de las sensaciones que las acucian, y de sus sueños al salir de su calvario. Avilés es un exponencial que demuestra una vez más que el buen periodismo existe, que los seres anónimos tienen que dejar de serlo y tener voz también. Las historias de vida ayudan a entender el sistema general, y si al periodismo objetivo le añadimos la experiencia subjetiva y las técnicas de la mejor literatura, salen una historias en las que la expresión de sentimientos ayudan a entender el funcionamiento del mundo. Con menos palabras, es lo que demandaban esos Nuevos Periodistas Norteamericanos de los años 50 y 60, de la mano de Tom Wolfe, y que levantaron a los periodistas de la crisis en la vivían sumergidos.

Hoy en día, con propuestas como la de Avilés, una cree que es posible esa información donde el contacto humano sea el principal a la hora de construir reportajes y crónicas, y que la voz del periodista es al que otorga valor a lo expuesto. Día de visita no es más que quince historias de mujeres que hacen que el lector alterne sentimientos de rabia y ternura casi a partes iguales. Estas mujeres son soñadoras, muchas escriben sus relatos en libretas (algunos trozos de ellas son incluidas en el libro), otras creen que su estancia es injusta pero no pierden la esperanza. Los porqués de su encarcelamiento son varios, pero encontramos a una mayoría que está ahí por asuntos relacionados con la droga, la gran lacra del mundo, y más de estos países tan pobres.
Todas estas historias las consiguió el periodista acudiendo todos los sábados, el día de visita en Santa Mónica, para entrevistar a muchas reclusas, y observar el contexto en el que se mueven:
«Los sábados de visita, las reclusas de Santa Mónica tienen la oportunidad de recordar lo que siente cualquier mujer que pasee por la calle: que los hombres las miran y las desean mientras ellas caminan».
Al final de ello, de estas vivencias que quedan en la mente del que las lee durante mucho tiempo, el autor nos deja un final medianamente abierto en el que está en nuestra mano creer o no creer.
«Muchas reclusas con las que he conversado tenían una pregunta al final de su relato: ‘¿Crees que alguien me creerá?'»
Ficha técnica
Autor: Marco Avilés
Editorial: Libros del KO
Año de edición: 2012
Número de páginas: 187