Cuando lees un buen libro se te embriagan los sentidos hasta la saciedad misma de no parar de pensar en ello durante días como una obsesión. Eso le ocurre solamente a esas personas que tienen la lectura como una continuación de su cuerpo. Y así, ese acto puede convertirse en un orgasmo donde el cerebro y las palabras actúan a modo de círculo viciosa para conseguir un placer en la obra literaria en cuestión.
Simplemente, los amantes de la lectura necesitamos siempre de nuevas sensaciones, nuevos personajes, emociones, y como no, orgasmos literarios.
Eso sólo lo consigue un buen libro, aquel que consigue llegarte al alma a través de la seducción de las palabras. Una seducción infinita que nace de una combinación perfecta de vocablos.