Puedes vivir la literatura o leer esas obras que pasan por tu vida sin apenas inmutarte. Desde hace ya unos años estoy enganchada a todas aquellas obras que novelen sucesos de la Guerra Civil española. Y también desde hace años, cada vez que leo sobre ello me encuentro con novelas aparentemente idénticas, que no aportan otro punto de vista diferente. Claro está que la historia no se puede modificar, pero la manera de contarla sí. A menudo creo que voy a aprender algo nuevo, y es desilusionante saber que no, que todo está descubierto bajo el sol.
Leí enfervorizadamente El tiempo entre costuras de la española María Dueñas (2009) en la que aparece como un lapsus la historia de amor de Ramón Serrano Súñer, “el cuñadísimo”, y de la aristócrata Sonsoles de Icaza. Una historia que fue ocultada por el régimen hasta que tiempo después se dio a conocer de la manera más imprevisible posible: la hija que nació fruto de ese “affaire”, Carmen Díaz de Rivera, se enamora de Ramón, el hijo de Serrano Súñer, por lo que resulta ser un noviazgo imposible por las propias circunstancias: eran hermanos.
Lo cierto es que, aunque la historia peca de ser simplona, me entraron unas fervientes ganas de saber más de esa escondida historia entre dos personas que erraron al vivir en una época equivocada, en la que el amor no tenía triunfo sobre las cosas de Estado. Y yo no lo llamaría morbo, no, sino ansias de leer sobre otros asuntos no tan destacados a lo largo del tiempo. Aún quedan hechos por conocer, digo siempre, y el franquismo no está tan esclarecido aún por mucho que se novelen infinitas historias semejantes.
Y es cuando me enteré de la publicación de Lo que escondían sus ojos de Nieves Herrero. Ahí me fui, con unas expectativas un poco superiores a lo que después encontré. La periodista peca al introducir demasiado contexto histórico, ya que a ratos parece que estás ante un manual de texto en vez de leyendo una novela. Si bien es cierto que las fuentes documentales sobre este acontecimiento son escasas, la verdad es que el lector no descubre más nada de lo que ya sabe de antemano sobre la historia.
La novela está narrada como si fuese un patio de cotilleo de aquellos tiempos. Se destacan las manías de Sonsoles, las de Serrano y no queda claro en ningún momento si estamos ante ficción o realidad. Los encuentros de los dos amantes son muy imprecisos, y sólo se destaca que fue una historia de amor que nunca pudo ser. No hay demasiado contexto y se esbozan pinceladas de información en un afán por emocionar, no consiguiéndolo en la mayoría de los casos.
Realmente, me esperaba algo más, un poco más de emoción a la historia, porque parece que esa emoción sólo está presente en momentos puntuales del libro. Una historia que esconde más de lo que muestra.
Si los libros son aquellas fuentes que aportan al lector algo nuevo, este pasó por mi vida sin aportarme ese plus necesario para considerarlo digno de recomendación. Y si el tiempo es el que da la razón de un buen libro, este quedará en sus manos.