Rialto,11

Hace ya años que asistimos a una decadencia del comercio local, a la muerte anunciada de los barrios y pueblos en donde los paseos que antes estaban llenos de vida se vuelven como visitas al cementerio. El fenómeno Amazon y nuestra falta de conciencia como consumidores nos han sumergido de lleno en esta triste realidad, que se ve acuciada si hablamos de las librerías. Resulta paradigmático saber que preferimos acudir a una página de Internet donde se vende todo (libros al lado de electrodomésticos y hasta comida) antes que darnos un paseo por las estanterías de un lugar donde los libros habitan y hablan con voz propia.

¿Qué le queréis? Yo sí creo que es posible luchar contra esta muerte literaria, y por eso compro siempre en las librerías pequeñas, esas regentadas por personas que luchan por dinamizar los pueblos y hacer de la cultura un espacio de encuentro y de reflexión. No resulta extraño que, después de verlo incesantemente en las redes sociales, me adentrase en Rialto, 11, un libro en el que la librera sevillana relata diversas anécdotas que le sucedieron al crear esa librería que era un sueño y se convirtió en su pesadilla. Aunque no vayáis a creer que estamos en un libro triste ni melancólica. Nada más lejos de la realidad, pues está escrito con un desparpajo tal que, aunque se cuentan episodios desesperanzadores, nos hace reírnos a cada rato. Dicen por ahí los que la conocen que Belén es así, y que en este libro volcó toda su vitalidad y su anhelo de que, a pesar de todo, siempre nos quedarán los libros.

“Todo eso sucedió. Me coloqué en una librería, monté la mía, la cerré, terminé de pagarla con sus intereses de demora algunos años después y aún la añoro, pero mereció la pena. Se anhela lo que nunca se ha tenido y se añora lo que se tuvo y se perdió. Hay tanta buena suerte en todos los rincones del verbo añorar que si la juventud no está para arruinarte por pagar su uso, no sé para qué otra cosa puede valer. De verdad que no”.

Como ya he comentado, Rialto,11 no está escrito para contentar ni para hacernos soñar con montar una librería. Su autora simplemente nos cuenta anécdotas de lo que fueron esos años, en los que soñó que algo era posible y en los que aprendió muchas cosas del género humano. Así, en dosis justas, ella también nos cuenta las extrañas circunstancias a las que los libreros y libreras se ven expuestos a menudo. Se quedan grabadas en mi mente las citas que Belén elegía con mimo todos los días y que decoraban la entrada de la librería y las que, por cierto, eran una de las secciones más visitadas. O ese otro momento en el que unos chicos acuden a ella para pedirle que les resuma un libro que tienen que leer para las clases porque no quieren comprarlo.

Aunque no lo pretenda, este libro nos lleva a tomar conciencia, a reflexionar sobre la cultura y lo poco que esta importa a la mayoría de los mortales. También sobre el papel que como consumidores tenemos para impedir la muerte de nuestros barrios. Y, por supuesto, un libro que hará las delicias de las personas que amamos leer.

Me hubiera gustado conocer personalmente la librería Rialto,11.

Ficha técnica

Título: Rialto, 11. Naufragio y pecios de una librería