
Lisboa está de moda, sobre todo en lo que al panorama literario se refiere. Si hace poco el Príncipe de Asturias de las Letras Antonio Muñoz Molina nos sorprendía con una novela en la que recorre Lisboa buscando la inspiración mientras reconstruye las horas que el asesino de Martin Luther King pasó en la capital lusa buscando un visado para escapar a Angola (Como la sombra que se va), Francisco Legaz se siente cautivado por el alma del poeta Fernando Pessoa (1888-1935) y sus paseos por la ciudad. Por eso, en Pessoa, el señor de la nada (2014) presenta a su alter ego Francisco, el cual pasa por un matrimonio rutinario y una sensación de insatisfacción crónica, motivo por el cual al encontrar un libro titulado Atlas de geografía pessoana decide partir sin pensarlo hacia Portugal, en concreto a recorrer las mismas calles y bares que supuestamente había pisado Pessoa acompañado de su desasosiego existencial años antes.
La figura del poeta portugués, conocido por inventar setenta y dos heterónimos con obras distintas, se va convirtiendo en una obsesión. Al tiempo que pasea por Lisboa, Francisco se reencontrará con la hija de una antigua novia suya, e irá conociendo más a Pessoa, convertido con el paso del tiempo en un mito, sobre todo a raíz de su enfermedad hepática que lo llevó a escribir más fervientemente y a plantearse la existencia. De hecho, su libro más conocido se titula precisamente Libro del desasosiego y viene a constatar que «la literatura es la sencilla demostración de que la vida no basta».
De la mano de este protagonista errante que recorre Lisboa, se nos irá descubriendo una ciudad cambiada, con comercios y calles que no resistieron del todo el paso del tiempo. Los cambios está ahí, aunque la niebla que caracteriza Lisboa no desaparece, siendo algo connatural a ella y que se aprovecha en el libro para expresar tristeza y nostalgia. La historia avanza en clave intimista y la búsqueda de Pessoa va resultando una excusa para expresar la propia desilusión y hastío de Francisco. Conforme avanza, el desasosiego es mayor y llega a atraparlo.
«Cada vez me interesan menos todos estos lugares por los que Pessoa pasó, las habitaciones en las que vivió, o las tabernas en las que bebía sin parar».
Francisco Legaz nos plantea un debate en torno a los malos momentos que todos podemos tener y a la terapia que puede suponer encontrar a otra persona (en este caso un poeta) que pueda llegar a entenderte. Encontrar nuestra propia alma a través de la de otros seres humanos es lo mejor que nos puede acontecer, y en este sentido me viene a la mente Tú eres azul cobalto, del tinerfeño Pablo Martín Carbajal, en el que la protagonista se encuentra en el alma de Frida Kahlo. Volviendo a Pessoa, el señor de la nada, he de decir que el protagonista descubre su alma errante y sus ganas de vagar por el mundo como un artista.
«Quiero vagar por el mundo, en busca de cosas que apenas han existido».
Sin duda, en mi caso he conocido más a Pessoa y me sentí encandilada por la inserción de citas del poeta por el medio del texto, como son:
«Te lloré para saber si eras impermeable y acerté».
«El poeta es un fingidor.
Finge tan profundamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente».
Ficha técnica
Título: Pessoa, el señor de la nada
Autor: Francisco Legaz
Editorial: Ediciones Irreverentes
Año de publicación: 2014
Número de páginas: 167