Tierra de mujeres

Es necesario reivindicar el derecho de las personas que habitan el rural a contarse. Una de las ideas que defiende María Sánchez en su libro Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural, en el que pone voz a las mujeres del campo y a las de su propia vida desde una óptica feminista.

Leí este libro antes de la huelga del 8 de marzo de 2019, pero con el objetivo puesto en ella y en la necesidad de que las mujeres volviésemos a salir a las calles para clamar por nuestros derechos, por esa justicia histórica y en contra del patriarcado. María habla aquí de las mujeres y del campo, dos caras de la misma moneda, pues ellas son las grandes desconocidas y por las que el movimiento no se ha preocupado. Por eso, ahora, días después de la huelga, me atrevo a afirmar que existen muchos tipos de manifestaciones, pero que la revolución real está en los pequeños pueblos como el de Loureiro (Nogueira de Ramuín, Ourense) que se atrevieron a luchar contra las desigualdades. Porque si en las ciudades existe machismo, imaginaos en el campo, donde todavía se sigue mirando por encima del hombro a las mujeres que se atreven a tomar una cerveza en un bar donde se conoce todo el mundo.

Tierra de mujeres se define como un libro escrito con mucho amor hacia la familia que tanto ayudó a la autora a ser lo que hoy es: veterinaria y escritora. Y, aunque ella estará eternamente agradecida a su padre por el conocimiento, dedica una parte muy importante del libro a hablar de su madre y de sus abuelas, de esas mujeres anónimas que levantaron un país y a las que pocas veces se les reconoció su labor. Ellas (aquí también incluyo a mi madre) dejaron de estudiar para dedicarse por entero a la familia en un acto de amor que no se entiende hasta que se vive lo mismo. Ellas son incondicionales, aunque no quieren protagonismo. Ellas están en todos lados, aunque buscan hacerse invisibles. Por eso este libro es tan fuertemente feminista y aporta valor a la conversación, a las historias que se esconden detrás de las vidas aparentemente normales.

Otro de los rasgos identificadores de este ensayo radica en la capacidad de la autora para reflexionar sobre el campo, aunque no desde el bucolismo sino poniendo el foco en la necesidad que existe porque se apliquen políticas activas que fomenten que las personas que viven en ambientes rurales no estén a la cola de todo. Ella está totalmente en contra de esos relatos que ensalzan la ‘España vacía’, esos pueblos que los urbanitas utilizan siempre para ir a desconectar porque no hay ruido y, si me apuras, tampoco cobertura móvil. Si quieres vivir en el campo hoy en día tienes que renunciar a muchas cosas, e incluso a servicios básicos, y por eso resulta tan necesario que el debate se genere desde el propio rural, y no desde visiones melancólicas de urbanitas frustrados con su modo de vida.

“Vivimos en un país centralista. Madrid manda. Las grandes ciudades son las que toman decisiones. Las que marcan las pautas, los ritmos. A veces parece que la vida y lo importante sólo sucede en estos núcleos. El resto está siempre en un segundo plano, sin importancia, como si necesitara poco. Como si sus habitantes no tuvieran nada que decir.

Y si el medio rural es el gran olvidado, ¿qué pasa con las mujeres que lo habitan? ¿A qué plano pasan? ¿Cómo se las tiene en cuenta si en el lugar en que viven no se las contempla ni se las tiene en cuenta?”

Ficha técnica

Título: Tierra de mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural