Hace ya un tiempo que no veo la televisión para informarme porque no me representa. Estoy harta del espectáculo en el que se ha convertido nuestra sociedad, del consumo acelerado y sin control que nos contamina y de ese amarillismo con el que se cuentan las noticias, buscando siempre la parte más morbosa de todo. Hace un tiempo también que busco medios alternativos, que me cuenten esa otra realidad que debería ser la que nos interesase a todos y que parece no interesar a nadie. Hace un tiempo que necesito leer libros para saber realmente qué sucede en los países latinoamericanos, puesto que lo que circula por internet y por el periodismo de masas se queda en la mera anécdota y no se centra en lo que le pasa a las personas y en lo que se esconde detrás.
Necesito causas y consecuencias, explicaciones, y escuchar la voz de las personas en su día a día. De esto habla siempre el profesor Antonio Rubio en su comuna radiofónica en el programa literario de la Cadena Ser Los Muchos Libros, y de eso también hablaba uno de mis referentes periodísticos, Ryszard Kapuscinski, que se atrevió a entender a las personas que habitan África en su conjunto. Estas dos ideas circulan por mi mente mientras leo Caracas muerde, un libro de crónicas sobre Venezuela escritas maravillosamente por Héctor Torres, y en las que se recogen la esencia de lo que allí acontece, del dolor que azota a las personas, pero también de su tesón y capacidad de lucha ante las adversidades diarias.
Caracas muerde contiene pequeños textos en los que se refleja la violencia silenciosa en la que vive Venezuela, que casi siempre permanece oculta en las nimiedades. Pero Torres es capaz de sumergirse en los intersticios de su país para contar al mundo lo que pasa, y las preocupaciones con las que lidia la gente en su día a día. Escrito con una maestría brutal, Caracas muerde se concibe como un libro imprescindible, que recoge la sabiduría más pura de Kapuscinski y que nos demuestra que este es el periodismo necesario, el que está al lado de las personas y no de los poderes. Cada una de las crónicas aquí recopiladas se podría leer como la cara oculta de una misma realidad, y también destacan porque en ellas los datos cuantitativos se convierten en humanos y el autor nos ayuda a entenderlos en su conjunto. Además del enorme ejercicio de honestidad, el libro es una delicatesen para los paladares lectores, que disfrutarán de las metáforas y de las referencias culturales presentes en él. Ahí, en la combinación de todos los colores es donde reside la capacidad de un buen periodista para interpretar la realidad. Él nos cuenta el dolor y el clima de violencia a través de citas muy contundentes, como estas:
“A Caracas no se la habita, se la padece”.
“Estamos hablando de que en Caracas hay que sumergirse en cualquiera de las recetas del aturdimiento”.
“En Caracas se estaría bien, después de todo. De no ser por el miedo”.
“El hambre inagotable es el más ardiente de los estímulos. Un diálogo íntimo de poderosos instintos en el que no media el intelecto”.
“Que no te lo tengas que recordar, que aquí nadie habla dos veces: esto es Caracas. Noventa y tres por ciento de homicidios impunes. Cincuenta muertos por fin de semana”.
“Los modos preferidos de Caracas son ‘infernal’ y ‘pesadillesco’. De día atormenta y de noche aterra”.
Como veis, el libro contiene una radiografía muy intensa y verídica de lo que es a día de hoy Venezuela y, sobre todo, su capital, que es descrita aludiendo a las fauces que tienen los lobos y que todo lo desgarran, incluso las ilusiones humanas. Sobre todo ahí, en esa crueldad descrita, Torres consigue poner las distintas realidades en el foco, de forma que el periodismo recupera esa función de luchar contra las desigualdades e injusticias sociales.
Ficha técnica
Título: Caracas muerde
Autor: Héctor Torres
Editorial: De Conatus
Año de publicación: 2019
Número de páginas: 176